Paaran
Llegó, tal y como todo lo mágico. Inesperado. Llegó, arrastrada por la lluvias de primavera... quizás, en la misma noche de Ostara... mas es hoy, y no antes ni mañana, cuando llama a mi puerta. Llamó de forma súbita y repentina. Como la brisa de verano. Se coló por la cerradura de la dorada puerta. Para posarse en mi mano. Y yo, poderoso en la ciencia de la nada, observé sorprendido... como su estela, su simple y sencillo paso... Ponía fin al silencio que me maldecía. Una tierna lágrima, recuerdo de un lejano verano... fue todo lo que de mi ser, pudo ser liberado. Y no era poco, pues dicha gota de lluvia, se estrelló contra el suelo... Arrancando de mi ser, un gran suspiro... tardío, ajeno al tiempo. A mi mente, mi anciana y arrugada saca de problemas. Llegaron con ella, con su misma estela, cientos de preguntas. Todas, sin excepción alguna, acerca del lugar que ocupas tu en las estrellas. Y con una sombría negativa, las corrijo con la voz quebrada por las aguas: