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Mostrando entradas de abril, 2019

Te quedaste...

Te quedaste/ Con la piedra más buena. Y el resto/ no era bomba ni bombilla! Le abrazaste/ Como si fueras una osa. Pero entonces/ se supo que había coca. Y te perdiste en el baño de la fiesta. Les dijiste/ Tenía sueño y me metí el resto. Y joder!/ Que risa pal que no era suyo! Yo no creo/ Que mezclar CB2 y M sea sano. Pero mejor/ Que enchufarte una pera por el ano! Y te encontramos allí, balanceándote en la arboleda. No perdisteis/ A nadie durante todo el viaje! Y en la calle/ Se comentaba que... Te habías/ Bebido el río y cargado la noche! Para picar la Luna/ Y propulsarte más allá del espacio exterior de la ventana... Del vecino de enfrente! Y te quedaste/ esperando en el suelo a un mejor tú. Que viniera/ A sacarte del sueño que te habías colocado... Bajo la lengua/ y que sabía a metal arrugado. Porque todo lo que siempre te ha hecho feliz! Siempre se ha podido meter por la nariz!

Ni una gota...

Calló la luna. Y se hizo certera. La mala suerte de este pobre poeta. Que pudo ver sin querer el destino. En esa ciudad de polvo y piedra. Lloró con rabia, sin verter una gota. En la tirada, rodó fuera de la mesa. Y sin secarla, se calló a la tierra. Donde sería, campo de hierba quemada. Y en la herida, no quedó ni rastro de tu mentira. En la que dices; Sí, sé como salvar el mundo. Porque no hay trato bueno, si empuñas la pistola. Y en la butaca triste, te quedarás tu sola. Porque yo, cojo  y me levanto. Y ya no pienso, ni en clave ni en pasado. De tus rosas, se quedaron las espinas. Y por eso, ya no añoro tus caricias. Puta tierra. Reseca y maltratada. Llenando piscinas encontrarás tu agua. Y si te sientes, sola y descastada. devuelve al cielo, la sal de tus lágrimas. Porque no queda ni una gota. Con la que regar mi huerto. Porque se me muere la poca. Esperanza que tengo. Y con la cara inflada. A hostias, de realidad gastada. Abrid los ojos, buscad  el