Ni una gota...

Calló la luna. Y se hizo certera.
La mala suerte de este pobre poeta.
Que pudo ver sin querer el destino.
En esa ciudad de polvo y piedra.

Lloró con rabia, sin verter una gota.
En la tirada, rodó fuera de la mesa.
Y sin secarla, se calló a la tierra.
Donde sería, campo de hierba quemada.

Y en la herida, no quedó ni rastro de tu mentira.
En la que dices; Sí, sé como salvar el mundo.
Porque no hay trato bueno, si empuñas la pistola.
Y en la butaca triste, te quedarás tu sola.

Porque yo, cojo  y me levanto.
Y ya no pienso, ni en clave ni en pasado.
De tus rosas, se quedaron las espinas.
Y por eso, ya no añoro tus caricias.

Puta tierra. Reseca y maltratada.
Llenando piscinas encontrarás tu agua.
Y si te sientes, sola y descastada.
devuelve al cielo, la sal de tus lágrimas.

Porque no queda ni una gota.
Con la que regar mi huerto.
Porque se me muere la poca.
Esperanza que tengo.

Y con la cara inflada.
A hostias, de realidad gastada.
Abrid los ojos, buscad  el agua.
Y si no está, palparos la vena cava.

Ni una gota queda.
Con la que llenarme un vaso.
Y por maldita desgracia.
Mi sangre es todo el líquido que tengo.

Aulló la tierra, chillando sed eterna.
Quebrose el cielo, con nubes color rosa.
Y corre, corre! los pies en polvorosa!
Pero hacia donde?! Si no queda ni una gota...

Y sin ni una gota.
Seguirá peleando.
Porque este perro solo sabe...
como morder al amo.

Y yo sin una gota.
Veo lo que se acerca.
Y entonces mi esperanza.
Se la bebe la tierra...



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