Última observación: Tempestad.
Con una caja de noctamid que lleva mi nombre a punto de concederme el dulce sueño eterno que tanto deseo... no me parece bien irme sin dejar una despedida acorde a lo que realmente he sido siempre: un cero. A la derecha o a la izquiera, poco importa. Lo cierto es que en el pasado traté de quitarme dos veces la vida y no lo conseguí por mi cobardía inherente. Doy gracias a ello porque de lo contrario nunca habría experimentado los regalos de la existencia... Aunque todos hayan sido mentira. Mi máxima siempre ha sido: Ayudar a los demás para ayudarme a mi mismo, esa es la esencia. Y desde que dejé atrás las neblinosas vías del tren de Monforte, he vivido acorde a ello. El reiki, las drogas y otros factores me ayudaron a encauzar éste pensamiento vital hacia derroteros en los que creí influencia positivamente a ciertas personas. La vida me sonreía y por suerte, mi camino estaba despejado y las tinieblas eran parte del pasado. Un parte desvanecida, cicatrizada. Sabéis que? Me equi