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Mostrando entradas de junio, 2018

Última observación: Tempestad.

Con una caja de noctamid que lleva mi nombre a punto de concederme el dulce sueño eterno que tanto deseo... no me parece bien irme sin dejar una despedida acorde a lo que realmente he sido siempre: un cero. A la derecha o a la izquiera, poco importa. Lo cierto es que en el pasado traté de quitarme dos veces la vida y no lo conseguí por mi cobardía inherente. Doy gracias a ello porque de lo contrario nunca habría experimentado los regalos de la existencia... Aunque todos hayan sido mentira. Mi máxima siempre ha sido: Ayudar a los demás para ayudarme a mi mismo, esa es la esencia. Y desde que dejé atrás las neblinosas vías del tren de Monforte, he vivido acorde a ello. El reiki, las drogas y otros factores me ayudaron a encauzar éste pensamiento vital hacia derroteros en los que creí influencia positivamente a ciertas personas. La vida me sonreía y por suerte, mi camino estaba despejado y las tinieblas eran parte del pasado. Un parte desvanecida, cicatrizada.  Sabéis que? Me equi

Observación Pi: Delirio (7 de Junio de 2017)

En una noche como ésta: solitario, agotado con la enfermedad colgada a la espalda como un mandril sudoroso y pesado y con un fondo de piano de cadencia y humor variable resonando en el cerebro sin intermediarios... Uno reflexiona profundamente, al compás de la música, como ha ido el devenir de su última espiral. Ahora, cuando el fuego de la espiritualidad queda reducido a unas pocas brasas y la aguda y asfixiante sombra del cinismo regresa a mí. Se sopesa en el aire, un vago aliento, una brisa dorada de música lejana desenfrenada que augura un futuro prometedor, en un verano lleno de caminos iluminados por linternas. Pero como todas las ilusiones. Al intentar atraparla con los dedos, se difumina y diluye en la sombra cínica y familiar, mientras el que sueña se pregunta... "Por qué?" Sabe perfectamente la respuesta, pero como en todo, no es más que un embaucador que sólo se engaña a sí mismo. Tal es su sino, en la más tierna de su existencia, decretado

La Casa de Cadenas.

La Casa de Cadenas se extiende sobre unos cimientos de hueso y miseria. Gusanos y polvo, flores muertas, inocencia aplastada. Y siempre está hambrienta. Siempre ansía nuevas víctimas, nuevos deudos, nuevas almas penitentes. Nuevos cuerpos incólumes, nuevas mentes intactas que arrastrar a su abismo de locura. Truncadora de los buenos destinos y azote de los mortales. La Casa de Cadenas me atrapó, cuando rondaba por los alrededores. Ciego a todo aquello ajeno a mi egocentrismo hedonista. Me atrapó con suma facilidad, sin esfuerzo ni aviso altruista. Las cadenas se clavaron en ese ser que yo creía indestructible. Y me arrastró a pesar de mis esfuerzos inútiles. Tensando su abrazo metodicamente, chirriente y divertida. Mis palmas se pusieron negras de aferrar la tierra. Y grité, grité desesperado, llorando y suplicando un escape al destino de los débiles.  Pero la Casa de Cadenas  no permite que intervengan salvadores. Con mis últimas fuerza, aferrado a la verja, llamé a t