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Mostrando entradas de enero, 2019

Horizonte de Sucesos.

Mi lema era, hace un tiempo: "Ayudar a otros para ayudarme a mi mismo". Por desgracia, solo era un pobre tonto. Incapaz de entender otro color que no fuera el mío. Atrapado en un callejón que apunta al cielo. Y quien, siendo joven y estúpido? Alguna vez no se ha caído? Por desgracia, cuando le vi las orejas al lobo. Ya no tenía fuerzas para elegir camino. Ni siquiera para alzar el puño. Y decir, este soy yo! Esto es mío! Tiempo! Yo, dios! Te desafío. Solo pensaba: Ha sido divertido.  Y para que negarlo, si es cierto. La tempestad se llevo el puño y el cuerpo. Y el tiempo, quiso golpear sin aviso. Y la losa de piedra negra... cayó. Los años convergieron y el velo se rasgó. Y ahora, sin tiempo, lo veo todo. Y lloro por ella, y por ella, y por ella en concreto. Y aunque a una la amo. Al resto las quiero. Y el mundo sigue girando. Pero yo, idiota aturdido. Ya no estoy en el centro. Porque solo soy una mota de polvo. En la curvatura de tu pecho. Y allí

Siempre Ola

Se sienta en la hoguera muerta. Niña valiente, hija del día. Domadora del búho y de la risa. Y en la selva, dormita tranquila. Y en la arena dibuja. La historia de la lluvia. Y con calma se quita. Del pelo su ceniza Niña libre y sola. Se convierte en ola. En agua salada. Nube de gota. No te vayas agua. No me dejes sola. No me tires tierra. No caeré en la planta. Seré siempre ola.

Hilo de cobre

Échame un cable. Si la ocasión lo merece. No me dejes metido en un brete. Si puedes ayudarme. Échame un cable. O aflójalo para que no apriete. No me digas que me apañe. Si apenas puedo verme. Échame un cable. Si ves que pierdo pie. Hazme tu títere. Sin derecho a joderme. Échame un cable. Por favor, ayúdame... A ayudarme. A no ahogarme. Pero échame un cable. Porque ya corre la sangre. Y de puntillas no se vive. Ayúdame a sentarme. Y échame un cable. O corta el que me envuelve. El fino cable de cobre. Que raja mi carne. Coge algo y haz un corte. Para que pueda caerme. Sin miedo a verme. Sin miedo a verte. O aléjate. Y déjame con mi suerte. Pero decídete. Que la boca ya me sabe a cobre.

En la estrella viví un cuento...

En la estrella viví un cuento. Un cuento estrellado. Y de la primera luz del día. Estuve mucho tiempo enamorado. Y ahora regresa la memoria. Y con ella el final del cuento. Que al soñador que descansa de día. En la noche, el amor le será certero. Y entre las luces del cielo. Encuentra quien quiera bailar contigo. Si las chispas hacen hoguera. Quédate siempre con ese momento. Para cuando con los dientes se vaya el recuerdo. Regrese, como una estrella fugaz, ese momento. Y tu corazón lata al ritmo de aquel baile lejano. Cuando te enamoraste de la primera luz del día... Y tu corazón latió por primera vez, completo.

Pos.

Por qué no buscas donde no existe el significado? Donde mis letras, donde mi tiempo... se han perdido en medio de tu absoluto conocimiento? Vamos a disolvernos en el ácido de lo posmoderno. Que el remolino consumista nos arrastre al olvido. Toma mi libertad, quiero esos cables dentro de cada agujero de mi cuerpo! Ahora! Ese videojuego. Necesito jugarlo, es mi destino! Quiero ese Funko, dame dinero, mira mi vídeo! Dale like y comparte este poema! Hazme sentir entero! Alimentad vuestro Ego. Quien necesita a otros mientras te ames a ti mismo? Desapego, corta el lazo que te une al prójimo. Ama desde la distancia del frío! Nada es verdad. Todo está permitido. Capitalismo, comunismo, todos somos solo polvo. Enciende ese botón de placer infinito. Vamos a probar ese nuevo videojuego. Luego, te prometo que lo haré todo. Luego, me enfrentaré a todo a lo que tengo miedo...

Frísol

Frío solitario, que cabalga por las calles en la madrugada. Congelador del río, helador del puente, patrón del resbalón. Te admiro, desde la butaca y el calor de la chimenea. Y te maldigo cuando doblo la espalda en Enero, a las seis de la mañana. Tan bella, como el tibio rayo de sol que calienta en una mañana fría. Cruel, como el destino del que se pierde sin abrigo en la alta montaña. Niebla helada, velo veteado de cristales mágicos. Ahogavalles, Arruinapueblos, Patrona del suicidio y el reuma. La que hace reflexionar con una taza de café al otro lado de la ventana. La que convierte un atardecer triste en una noche de terror. Misteriosa, como la niebla que guarda los secretos del cielo. Aterradora, como el muro blanco que te hizo perderte en el cementerio.

Arena.

Como las caras que se desvanecen, cubiertas por la marea. Como la vida que se nos escurre, poco a poco, entre los dedos. Como la esperanza de poder empezar de nuevo. En una forma y en un lugar, mucho mejor. Sin el peso de un equipaje que nos pese demasiado. En la forma de un águila, o de un gusano ciego bajo el barro. Como arena, pasa el tiempo. Como arena son los rostros... Que se traga la marea, siempre fiel a su destino.

En las mareas del terror.

En la lejanía, se podía ver a un niño, a nuestros pies. Ahogado por la lluvia de deseos y la marea de la aventura. Su cara, hinchada en el violeta amoratado de los esperanzados. Y las heridas, exangües, de la ilusión del conquistador. En las rocas, de los relojes negros solo quedaban los cristales. Y aún así, seguía girando la gran e invisible manecilla. Que empujaba, empujará y empuja a los ciegos. A la realidad más descarnada del dolor. Como ese niño, de cuya muerte todos somos culpables. También tú! Que te cubres con el velo de la inocencia! Y tú! Que blandes la guadaña de los falsos indignados. Y yo... con los ojos todavía inmersos en el horror. Sigamos así, siempre adelante por este laberinto de cables. Buscando con desesperación el sentido de esta locura. Tarde o temprando, romperemos todos los relojes negros... Tarde o temprano, seremos ese niño ahogado en las mareas del terror.