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Mostrando entradas de febrero, 2016

Canciones de Grumo el bardo, Lugar perdido.

Las voces de los muertos resuenan en los pasillos de piedra. Pero nadie puede oírlas, solo las arañas y escorpiones. Los únicos habitantes de tan ruinoso lugar. Los cantos de los vivos, un día, llenaron sus salones. En aquellos tiempo, los habitantes poseían el arcoiris. Ahora el negro devora la diversidad. Los tiempos pasan, los muros se desploman. Las voces de las poderosas bestias y los grandes reyes. No son más que un susurro en el viento. El viento lastimero que embruja todas las habitaciones. Los grandes reinos se alzan, caen y son olvidados. Pero la gloria en la roca, nunca muere, solo dormita. Grandes héroes, semblantes borrados, todos caídos. Las estatuas del salón del trono guardan aún su antiguo esplendor. Aunque la ciudad cayera por las llamas, sus historias aún persisten. Las voces de las grandes bestias y los poderosos reyes. No son más que polvo sobre la rueda del destino. No son más que un susurro en el viento. Ese viento lastimero que recorre la

Das (5)

Ciudad Muerta. -Cuanto dices que lleva ardiendo el Complejo?- -Poco antes de que comenzara el Pulso. En realidad yo estaba librando una torre de la periferia y vi muy bien como las llamas abrasaban el Complejo y los Campos de Seda. Desde la torre…- -Y dices que son llamas azules?   No te habrás pasado con los Ácidos? Recuerda que la última vez estuviste a punto de pasar la línea…- -Gordo! Sé lo que vi!   Llamas azules más altas que las murallas y nubes de Observadores enloquecidos! Algunos se lanzaban contra ellas! Nunca he visto nada igual!- La raquítica figura de Gordo Engino giró de nuevo la vista hacia la lejana muralla de la ciudad y suspiró. No era la primera vez que subía a la superficie de la ciudad por culpa de las alucinaciones y malentendidos con los chatarreros que exploraban las ruinas de la superficie en busca de algún objeto antiguo que presentase algún valor. Pero aquel era, con mucho, el evento más surrealista y estúpido que había presenciado e

Das (4)

El Hombre de Zapatos Amarillos. El tiempo laboral de Megapolis comenzó apenas unos minutos después con la llegada de El Pulso. Originado en las inmensas Puertas Vorpales, El Pulso comenzó con un estallido ensordecedor que resonó en toda la ciudad. Indicando a cada ser orgánico que su infierno diario comenzaba de nuevo. Lenta y penosamente, los trabajadores de toda Megapolis abandonaron la relativa seguridad de sus apartamentos para abrazar sus cadenas una vez más. Sin importar si su trabajo consistía en actuar como asistentes nobiliarios o en limpiar la Cuna Amarilla, los Diligentes abandonaron los diminutos apartamentos grisáceos y se dirigieron hacia su destino arrastrando los pies y el alma, dispuestos a mover los engranajes de la ciudad, aunque fueran aplastados por ellos instantes después. Por supuesto, no toda las zonas de la ciudad poseían el mismo estatus ni las mismas condiciones de trabajo. Existían lugares como la zona azul en la cual los Diligentes eran entrenados