La Escalera
No es que mi vida, por larga y curiosa que pueda resultar para el observador externo, sea reseñable desde mi punto más crítico. Al fin y al cabo, solo he sido un pobre viejo atrapado por la cobardía de no abandonar el lugar que me vio nacer y que, entre sus experiencias más excitantes, se cuentan varias excursiones y una exposición en el otro extremo del país. No he participado en la Gran Guerra, no tuve problemas con las revueltas por el trigo del 27 y tampoco he tenido que marchar en busca de fortuna gracias a mi vida marcada por la austeridad y una modesta paga del gobierno por un incidente que no viene al caso. En resumidas cuentas, señorita. Solo soy un hombre viejo y aburrido que espera su día para partir hacia un lugar mejor. ¿Que si nunca he tenido una experiencia que marcase mi vida? Bueno, lo cierto es que sí. Solamente una. Durante apenas media tarde. Pero su eco resuena todavía en estos viejos oídos llenos de pelos desordenados. ¿Que le sirve? Bueno, si insi