Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2021

La Agonía del Corazón (VII): Con plomo (I)

Hola soy yo, si, yo mismo. Me presento sin avatares. Sin metáfora ni adorno Sin flautas ni timbales. Me duele hablar y escribo en negro. Y este poemario se construye con pesares. Pero ahora, soy yo desde detrás del espejo. Y vengo a hablaros de mis males. Perdí a mi padre, me quedé tirado... Pasé una tarde entera mirando los árboles. Sus hojas, secas en un verano de otoño Se las llevaban vientos imposibles. Manos diestras me apretaron el hombro. Con las siniestras hundiendo puñales. Lenguas sedosas lamieron mi cuello Pero todas salían de picos de buitres.   Mi corazón se erosionó Cristalizado por presiones fatales Y al tragarmelo me desgarró De ahí vienen todas estas cicatrices.   No soy insensible al dolor ni al vacío. Muchas veces he traspasado esos umbrales. Pero nunca he caído tan abajo Ni siquiera puedo ver las antiguas señales.  Mi pluma es el remo que uso para avanzar por el abismo En este oscuro mar sin islas ni horizontes. Estoy tan destrozado que ya no soy ni alimento Para lo

La Agonía del Corazón (VI): Ven a nosotros...

  Ven Sin miedo Ven a nosotros Puedes ver nuestro reino En lo más profundo tu... Entiendes que perteneces a otros mundos Aunque lo niegues. Cuando la noche cae Sabes que eres nuestra, sabes que eres nada Nadie te ve, nadie ve debajo de tu careta Eres el ángel sin alas que cayó del suelo, muerto Lo has visto al otro lado de tus sueños, te vemos La tierra y la vida están sordas a tu dolor y miedo Trece palabras resuenan en tus sueños pero ya hace mucho que no duermes... Son más de cinco días. Eso es suficiente para aceptarte aquí abajo Recuerda que nunca debiste dejarnos pero quisiste verla una única vez Tus sueños nunca existieron, eres la ilusión de una vida Eso no es suficiente para ellos, nunca la será  Ven a nosotros, ven a tu reino... tu Eres una sombra parpadeante, ahogada en luz Y perteneces a otro lugar Donde todos son nadie Es el momento Pequeña Sombra Ven...

La Agonía del Corazón (V): La dulce señora gravedad.

 Quiero saltar. Hundido en la mierda No veo otra forma de avanzar. Miro al pasado con nostalgia Buscando algo que aferrar El pitido a lo lejos me avisa No hay más tiempo para pensar. A lo lejos, el panadero suelta las barras de pan. Y corre hacia mí con las manos levantadas Alguien se acerca por detrás pero la decisión está tomada. La dulce gravedad me abraza El tren se acerca, la sangre fluye acelerada Ella quiere salir,  yo quiero volar.   Seguro que podemos llegar a un acuerdo.   La chaqueta se agita mojada la gente grita, el tiempo se para Abajo, el suelo se levanta y me abraza. Yo solo quiero volar, aunque sea un segundo. Solo quiero eso, nada más.    

La Agonía del Corazón (IV): Como Roca de Mar.

De un agujero se cayó al cielo. Pero la sangre se quedó atrás. Con una pista te contaré su deseo. Porque yo no lo puedo guardar.   Hace tiempo hizo una promesa de humo De entre todas, la única que quería cumplir. Pero el humo se lo llevó su viento. Es todo lo que puedo contar. Entonces se quedó mirando al suelo Sollozando regueros de pena gris. El gris se mezcló con el negro. Y las nubes empezaron a llorar. Su primer salto ya fue hace tiempo. Y muchas manos sujetaron su alma. Ahora todas se han ido. Y no hay nada que le impida marchar.   Toda su existencia se esparció por el suelo Los que buscaron dijeron que no quedaba mucho que encontrar. Pero yo me topé con su corazón muerto Erosionado como roca de mar.        

La Agonía del Corazón(III): Tres Clavos.

 Hay tres dolores que me instigan a escribir. Lo que nunca quise contar, lo que nunca quise decir. Desesperación, un clavo bien hundido que me impide vivir. Apatía, una luz fría y sin alma que no me deja sentir. Y sufrimiento, tan enraizado que no podría sacarlo sin morir. Tres clavos hundidos en mi pecho sin permitir que yo pudiera reaccionar o al menos dirigir en lugar en el que se clavaron inmisericordes. Ahora no puedo sacarlos, mi cuerpo no acata mis órdenes. Así que ahora soy un compuesto de máscaras y avatares. Una pasta viscosa sin principios ni finales. Un vengador lleno de ira que no tiene culpables a los que castigar por todos sus males. Ahora, soy un ratón perseguido por tigres. Un gato cazador que ha perdido uñas y dientes. Hace poco fui feliz, pero ahora mis dolores son clavos afilados que han penetrado hasta mis rincones más sagrados.   Y en la noche, la agonía oculta brota entre gritos. Para frenarlo, desgarro mi cuerpo y mente en pedacitos. Pero es inútil, no puedo lid

La Agonía del Corazón (II): Última pena.

 Cuando la sombra interrumpió mi descanso. Supe que era momento de prepararme. Afuera la nieve se apilaba en un manto blanco. Y el frío era un buen candidato para llevarme. En realidad, hubiera preferido coger tu mano. Una mano que ya no es más que un sueño inerte. En realidad, nunca quise hundir el acero De la insidiosa mentira en tu carne. Sus zarcillos no conocen otro modo De hacer más llevadero el pasaje. Al caer, mi cabeza golpeó el duro suelo. Y pronto se llenó de sangre.   Me hubiera gustado ver tu sonrisa en su rostro Pero la vida es un extraño y oscuro viaje. Por suerte, la muerte me deja llevar mi pena en el bolsillo. Así que podré pagar el exigente peaje.   Que me llevará al otro lado. Donde no dejaré de buscarte.

La Agonía del Corazón (I): Alma Quebrada

 Bajo las salas de épocas pasadas Su alma baila con sus fantasmas. Son lo único que queda de las alegría amargas. Que hace tanto tiempo se llevaron su corazón. Y gira en una danza de estrellas Demasiado lejanas para alcanzarlas. Y sus piernas, ya no son tan rápidas. Como para poder seguir el ritmo de su amor.   Perdida en lo más profundo de las costillas. Su alma baila por siempre con sus fantasmas.  De su pena y pasado son los centinelas Pájaros con picos de bruma que rasgan la razón.   Y en lo más hondo de sus demencias. Su alma baila con sus fantasmas. Aunque nunca los verá regresar... Nunca los verá regresar...   Nunca los verá regresar...  

La Agonía del Corazón: Sobre vivida introducción

 Las espinas se mueven al ritmo de mis latidos. Y por más que mires, no verás más que abismos. Son los huecos de las balas que lanzaron los sucesos. Son ausencias que poco a poco se comerán mi razón. Al marchar, te dije que cerraras los caminos. Te dije muy claro, que cerraría mis ojos. Pero el dolor brota formando lagos salados. Donde se ahogará sin remedio mi corazón. Cuando mis gritos alcancen vuestros oídos. Girad la cabeza, no sigáis mi voz, no busquéis mis pasos. No intentéis encender antorchas, ya no tengo ojos. Ni sentidos, ni alma, ni armas, ni nación. Porque todo se derramó a través de los agujeros. Esos abismos que ya no buscan compañeros. Porque ahora mismo ya no hay sitio para todos. Porque ya no queda nada más allá de vacío y confusión.   Y cuando veáis que alzo hacia vosotros mis manos. ¡Huid! No quiero arrastraros hasta mis pozos. No quiero que por salvarme os hundáis en mis abismos. ¡Dejadme! Mi salvación no es más que una ilusión.