La Agonía del Corazón (II): Última pena.

 Cuando la sombra interrumpió mi descanso.

Supe que era momento de prepararme.

Afuera la nieve se apilaba en un manto blanco.

Y el frío era un buen candidato para llevarme.


En realidad, hubiera preferido coger tu mano.

Una mano que ya no es más que un sueño inerte.

En realidad, nunca quise hundir el acero

De la insidiosa mentira en tu carne.


Sus zarcillos no conocen otro modo

De hacer más llevadero el pasaje.

Al caer, mi cabeza golpeó el duro suelo.

Y pronto se llenó de sangre.

 

Me hubiera gustado ver tu sonrisa en su rostro

Pero la vida es un extraño y oscuro viaje.

Por suerte, la muerte me deja llevar mi pena en el bolsillo.

Así que podré pagar el exigente peaje.

 

Que me llevará al otro lado.

Donde no dejaré de buscarte.

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