Das (4)



El Hombre de Zapatos Amarillos.

El tiempo laboral de Megapolis comenzó apenas unos minutos después con la llegada de El Pulso. Originado en las inmensas Puertas Vorpales, El Pulso comenzó con un estallido ensordecedor que resonó en toda la ciudad. Indicando a cada ser orgánico que su infierno diario comenzaba de nuevo. Lenta y penosamente, los trabajadores de toda Megapolis abandonaron la relativa seguridad de sus apartamentos para abrazar sus cadenas una vez más. Sin importar si su trabajo consistía en actuar como asistentes nobiliarios o en limpiar la Cuna Amarilla, los Diligentes abandonaron los diminutos apartamentos grisáceos y se dirigieron hacia su destino arrastrando los pies y el alma, dispuestos a mover los engranajes de la ciudad, aunque fueran aplastados por ellos instantes después. Por supuesto, no toda las zonas de la ciudad poseían el mismo estatus ni las mismas condiciones de trabajo. Existían lugares como la zona azul en la cual los Diligentes eran entrenados como artistas y disponían de una larga serie de comodidades que solo existían en los sueños más fantasiosos de los habitantes de la zona roja. Aunque por desgracia para sus habitantes,  existían también lugares terribles como la diminuta y casi desconocida para todos zona naranja, donde los Diligentes eran sometidos a actos tan abominables que la mayoría de Nobles temblaba solo de oír mencionar aquel lugar. Dominio absoluto del infame Noble M-12, el científico más brillante de la ciudad, que utilizaba aquel lugar como su patio de recreo personal. Pero incluso las aberraciones habitantes de aquel lugar despertaron al sentir como El Pulso las reclamaba. Y salieron reptando de sus madrigueras, arrastrando sus múltiples extremidades mientras los nuevos experimentos comenzaban a su alrededor. El Pulso señalaba el comienzo de actividad para la vida orgánica de Megapolis, sin distinción, todos eran exhortados a abandonar el sueño y vivir un día más en el infierno progresista que era Megapolis.

Y sin embargo, aquel nuevo día anunciado por El Pulso  sería un día extraño y anómalo para Megapolis. Comenzando con los habitantes de la zona 120, que observaron paralizados como el Complejo Medusa, su cárcel particular durante toda su vida, ardía en extrañas llamaradas azules mientras miles de Observadores volaban por toda la zona en una gigantesca bandada plateada centelleante que documentaba de forma frenética el suceso desde todos los ángulos posibles. Algunos, en su afán de documentación, eran alcanzados por las altas llamas y estallaban en un resplandor plateado antes de aterrizar en aquel infierno azulado que no parecía extinguirse por mucho agente ignífugo que arrojasen los Operarios de Mantenimiento desde sus enormes contenedores grisáceos. Uno de ellos, cometió el grave error de descender demasiado y fue alcanzado por las llamas que se extendieron de forma rauda e imparable por la estructura metálica que terminó por perder altura y estrellarse contra el suelo, donde desapareció entre las llamas. Ningún dato computable de valor fue transmitido antes de que la transmisión se interrumpiese. La actitud frenética de los Observadores se veía acentuada por las terribles sirenas de los centinelas que registraban la zona 120 en busca del más mínimo indicio que indicase una expansión de las llamas. Los cubos metálicos levitaban escaneando con máxima atención  la naturaleza de las llamas, mientras que varios de ellos eran enviados en una misión suicida con los escudo al máximo en busca de alguna pista del Noble Shaladanh. Sus cúbicos armazones eran ahora pasto de las llamas unos metros más abajo.

Los habitantes de la zona 120 observaron aterrados como las llamas trepaban por los muros tratando alcanzar el otro lado. Todos ellos, sin excepción, sintieron una mezcla de indecible terror y alivio al contemplar las llamas. Por un lado parecía que el infierno del Complejo Medusa había terminado. Aunque eso solo quería decir que probablemente todos ellos terminarían en un lugar mucho peor y por ello no podían evitar desear, en lo más hondo de su corazón, que aquellas terribles llamas azules se extendieran por toda la ciudad, significando su fin junto con el de Megapolis. Por desgracia para ellos, un observador extraviado documentó con sumo detalle la sensación conjunta grabada en sus rostros, mediante la cual, el Sistema Central dictaminó la purga de toda la zona 120 tras apenas unos segundos de superficial reflexión. Con inmenso horror, los Diligentes de la zona 120 fueron fulminados por el aullido de decenas de agudas sirenas acercándose por todas partes, convirtiendo el ambiente en una cacofonía infernal que no tardó en llenarse de gritos desesperados, cuando los Centinelas descendieron de los cielos para castigar el crimen en Megapolis. Sin importar edad o condición, la sentencia no solo era definitiva si no también inmediata. Y como tal, fue aplicada con la frialdad y meticulosidad que solo podían presentar las máquinas. Tres horas más tarde, las primeras llamas comenzaban su aventura por la larga avenida de la ahora silenciosa como la muerte zona 120. En apenas un par de días, toda la zona sería pasto de aquellas extrañas e imparables llamas que tan sólo un ser contemplaba con emoción apenas contenida.

A más de un centenar de metros sobre el infierno, a salvo en su plataforma de observación.  Los múltiples objetivos oculares del Noble M-12 documentaban con todo lujo de detalles el suceso. Un temblor involuntario recorría sus protuberancias metálicas, provocando un extraño golpeteo rítmico que resultaba muy molesto a sus tres acompañantes semi-orgánicos, que por protocolo, permanecieron mudos mientras el Noble permanecía encaramado sobre la valla de seguridad de la plataforma. Cualquiera de ellos podría haberle advertido del peligro, sin embargo, nadie lo hizo, ni siquiera se inmutaron cuando el Noble se arrojó en caída libre desde la plataforma para sumergirse en el incendio diez segundos después. Los  semi-orgánicos permanecieron impasibles mientras una criatura metálica similar a una gruesa cuerda comenzó a estremecerse en el suelo de la plataforma, arqueándose y retorciéndose de forma espasmódica mientras de su interior eran liberadas millones de EAE (Estructuras auto ensambladoras), las cuales conformaron al instante una vaga silueta antropomórfica. Segundos después, la cuerda había desaparecido, y en su lugar,  una copia exacta del Noble M-12 ocupó el lugar de su predecesor, murmurando emocionado:

-Esto es realmente sorprendente! No hay registro alguno! Ni por aumento de temperatura, ni variación de velocidad… ni siquiera hay registro de impacto alguno… es… es como si nunca hubiera existido! Es un borrado completo del registro! Sorprendente y enigmático cuanto menos…-

Con una orden mental, el Noble ordenó a los Observadores que se arrojaran a las llamas. Segundos después un chisporroteo disonante embargó el ambiente durante unos pocos instantes. Alimentadas con tan inesperada comida, las llamas se elevaron alegremente  varios metros antes de regresar a un estado más moderado. Sin embargo, para regocijo de M-12, dicha elevación terminó por dar a las llamas el ascenso suficiente como para trepar por el muro y comenzar su expansión por la zona 120. M-12 observó con sumo interés como las primeras ascuas comenzaban su lenta expansión y aplaudió como un niño cuando un Centinela que flotaba demasiado bajo fue alcanzado por una llamarada, que terminó por envolverlo por completo en cuestión de segundos.
 –Veo que tienes mucha hambre mi pequeña devoradora.-murmuró M-12 en voz casi inaudible. –A ver, tengo que encontrar la forma de aislarte para dar un uso provechoso a tu enorme potencial. Creo que te llamaré… Diarda. Como mi difunta hija. Veo su fuerza en tu bella estructura…  veo que tu potencial…- Comenzó a parlotear consigo mismo.

-Veo que ya has llegado al lugar, M-12-Le interrumpió una chirriante voz aguda.

El Noble se giró para contemplar como uno de los semi-orgánicos  comenzaba a retorcerse  de agonía, balanceándose violentamente  en un lamento mudo mientras sus constantes vitales se disparaban. De sus ojos y desencajada mandíbula comenzó a brotar un fulgor blanquecino que llenó el aire con el hedor  acre de circuitos chamuscados. M-12 agitó con nerviosismo sus múltiples objetivos oculares. Un semi-orgánico de aquella categoría no tenía la resistencia ni la capacidad de albergar la proyección mental de un Noble de aquella categoría. Como su creador, M-12 no sentía ningún tipo de simpatía por Observadores, Centinelas, Arrasadores o  cualquier otra entidad mecánica similar. Eran máquinas y eran diseñadas y utilizadas con un solo propósito: servir a la ciudad. Los semi orgánicos en cambio… los semi orgánicos eran seres mitad máquina mitad biología. Una unión amorosa e imperfecta de los universos del Neterio y la Esencia. Para el Noble, habían sido uno de sus mayores logros y les profesaba un afecto similar al que había sentido por  sus hijos. Entendía que su función era la de servir a los Nobles de la ciudad pero no aprobaba su muerte gratuita. Es por eso que tuvo que tragarse sus palabras y disfrazar su ira con toda la fría educación que pudo encontrar en su amplia mente.

-Loado seas tú y tus hijos, al igual que tu familia y sus aliados. Mi gran señor Hera, primer portavoz del gran Consejo Nobiliario y venerable dirigente de la casa…-

La chirriante voz se alzó sobre la suya con furia.

-Ahórrate el protocolo M-12! No eres ningún sirviente para adularme de esa forma y tampoco acepto mediocres sarcasmos por bocas metálicas insolentes! –

-Mis disculpas Hera. Es que no me gusta que maten a mis semi orgánicos sin un buen motivo.

-Para ser el mayor genio de Megapolis a veces eres todo un Diligente M-12!- los interrumpió una voz mucho más chillona y aguda, que para disgusto de M-12, provenía de otro semi orgánico, el cual trataba inútilmente de resistir el terrible asalto mental que ahora mismo colapsaba su mente por completo.

-Preocuparte por un ser inferior como un semi orgánico es una extravagancia que te puedes permitir siendo quien eres-sentenció la chirriante voz. –Pero incluso tú no deberías olvidar que su posición no es mucho mayor que la de un Diligente. Y deberían ser tratados como tal.-

La voz de M-12 resonó con un timbre artificial carente de emoción alguna.

-Como su creador y único artífice, debo disentir. Aunque sus únicas funciones parezcan servirnos, en realidad son una parte íntima y consciente de la Conciencia Transpersonal de la ciudad. Sin ellos, puedo garantizaros…-

-Aburrido!- lo interrumpió la voz chillona. –Eres casi tan aburrido como ellos! Y estás aquí, viendo unas aburridas llamas mientras tu querida ciudad sufre! Sufre mucho! Así que no sólo eres aburrido si no también eres malo!.-

M-12 continuó como si no hubiese oído nada. Elevando el tono de voz neutra para imponerse a la chillona y casi infantil voz.

-…por ello puedo aseguraros que Megapolis no sería ni la mitad de lo que es si no contara con unos seres tan versátiles y especializados como los Supervisores semi-orgánicos que tanto…-

Lo siguiente que dijo el Noble fue engullido por los aullidos agudos que no cesaban de repetir. ´´Eres Malo! Malo! Malo! Eres un hombre malo!``. Finalmente, la chirriante voz aguda se impuso con un único silbido extraño que finalizó la letanía con un agudo gimoteo proveniente de la segunda voz. 

Con una nota de satisfacción, la chirriante voz continuó:

- Yyr, vuelve con los demás e informa a los nuestros. Nosotros iremos en breves, en cuanto haya explicado la situación al buen doctor.- 

Hubo un último´´Eres Malo!`` por parte de la voz chillona antes de que esta enmudeciese por completo en un instante y el semi orgánico se desplomase sin vida escurriéndose bajo la barandilla de seguridad y alimentando a las rugientes llamas. –Descansa ahora, hijo mío-pensó el noble M-12 antes de que el cuerpo se precipitara al vacío.

Con un solo pensamiento, el Noble proyectó su mente hacia La Conciencia Transpersonal de la ciudad y contempló fugazmente como la cáscara mecánica se precipitaba al vacío antes de sumergirse en un torbellino invisible de vectores casi infinitos que parecían tirar de su mente en todas direcciones. Como un coro de voces hambrientas, decenas de millones de sistemas demandaban un cambio de protocolo o una revisión de patrones que actualizase sus funciones a un nivel superior. Ahora que el Padre de Todas había comparecido ante ellas de forma milagrosa, las súplicas, peticiones y ruegos desesperados avanzaban como una marea aullante capaz de colapsar cualquier mente foránea que fuese contracorriente a la gran plegaria multitudinaria que colapsaba por completo los canales exteriores de la gran Conciencia Transpersonal que componía la mente de la esfera de Megapolis.

Claro que ser un dios creador tiene sus ventajas.

Con un solo pensamiento, M-12 comenzó una loca persecución que terminó colapsando todos los canales circundantes al canal de partida, provocando que el sistema de seguridad entrase en acción, siendo engullido en cuestión de segundos por la inmensa ola que no cesaba de crecer de forma exponencial, cuyo punto culminante fueron los propios canales en sí, que terminaron siendo frenados por el propio Noble con un solo código maestro. Y es que aquel lugar etéreo y libre de las imperfecciones orgánicas era el mayor de los logros del genio científico de M-12. Un emplazamiento cuyo núcleo se hallaba implantado en su propio cuerpo original, el cual era mantenido con vida mediante numerosas filacterias diarias. Por un momento, la escabrosa imagen de su cuerpo original invadió su mente y de haber tenido un cuerpo físico, habría sentido un profundo escalofrío de repelús por todo el cuerpo. Lo que sí que sucedió es que perdió la concentración y estuvo a punto de ser alcanzado por la ola aullante de peticiones desesperadas que le seguía de cerca. –Suficiente.-pensó el Noble antes de abrir un conducto directo hacia el foro, el conducto se cerró tras de él y la ola de plegarias lanzó un aullido de desánimo cuando su dios abandonó el mundo una vez más, dejándolas a merced del ahora iracundo sistema de seguridad.

El silencio sepulcral del Foro fue un extraño contraste con la enorme algarabía cacofónica aullante que había dejado atrás. En el espacio blanco puro flotaban miles de esferas de conversación similares a enormes pompas de colores en las que decenas de miles de Nobles conversaban excitados por los acontecimientos recientes. Muchas de las esferas se habían teñido de negro en señal de tristeza por la pérdida del Noble Shaladanh y con ella la caída de la casa Slhin, aunque a M-12 le sorprendió bastante que las esferas enlutadas superaran las esferas comunes. Sólo restaban dos conclusiones posibles, o Megapolis amaba mucho más de lo parecía al Noble Shaladanh, o había sucedido algo más grave aparte del incidente del Complejo Medusa. Sin dudarlo ni un instante, M-12 se inclinó por la segunda. Y movido por la curiosidad, localizó la esfera del Noble Hera para instantes después inutilizar la contraseña e introducirse en ella.

Para su sorpresa, en la esfera únicamente se hallaba la figura esférica pulsante de Hera, que lo interpeló a pesar de que M-12 había entrado únicamente como observador.

-No me gusta que me dejen con la palabra en la boca, M-12, como castigo, considera el pedido de semi orgánicos de mi familia cancelado de manera fulminante.- M-12 no contestó y la esfera plateada continuó hablando – considera también escindidos los contratos con las familias Kuaran, Serh, Emir, Asár y Kuere y si no te presentas ante mí ahora mismo todo el Consejo sabrá ahora mismo que has sido tú el que ha permitido que las llamas se hallan extendido por la zona 120 y no un fallo de protocolo causado por interferencias desconocidas como ha informado el ordenador central…- Al instante, la esfera metálica de M-12 se materializó ante la esfera plateada, logrando que esta irrumpiera en sonoras y chirriantes carcajadas que resonaron por los límites de la burbuja. –(Risas)… ah, así está mejor mi buen doctor, así está mucho mejor. Pero no te preocupes, tu infracción permanecerá en la sombra siempre y cuando alcancemos un acuerdo razonable entre mi petición y tus demandas…-

-Petición?- interrogó M-12 presa de una súbita curiosidad. El hecho de que su falta hubiese sido detectada era irrisorio en comparación con el hecho de que uno de los grandes Nobles pidiese ayuda a un Noble inferior. Más aún si teníamos en cuenta el hecho de que M-12 era un Noble independiente, sin afiliación a ninguna casa en particular, lo que lo convertía en un paria social. Un paria que había hecho por la ciudad mucho más que todos los demás Nobles en conjunto, pero un paria de todas formas.

Si a Hera le molestó su interrupción, no dio señal alguna de ello. Se limitó a aguardar unos segundos de tenso silencio antes de continuar con su voz chirriante.

-Una petición que no será registrada y que nunca habrá tenido lugar, porque si alguien te interroga acerca de ello, dirás que continuaste examinando las llamas y de hecho, modificarás los registras para que así quede reflejado. El pago a cambio del servicio se suministrará de forma previa con un aumento del 325% de los contratos actuales que ahora están en función. La casa Likar invertirá unos considerables recursos en el proyecto de su elección, siempre que tenga algún futuro y tendremos en consideración realizar un consejo para que M-12 sea adoptado por la casa Likar.- finalizó.

De haber tenido un cuerpo, M-12 se habría desplomado en el suelo de la impresión. La casa más importante de Megapolis le ofrecía restablecer los contratos, invertir en sus proyectos y… adoptarle!. En Megapolis no se podía lograr un mayor logro que el ser adoptado por una de las grandes familias que regían el Consejo Nobiliario. Y que fuera la casa Likar, la más importante de todas ellas, haría de M-12 una figura inmortal en la historia. No obstante, la fría lógica mecánica se impuso sobre sus débiles deseos orgánicos, tomando el control de la situación. Si un trato tan formidable le era ofrecido de forma clandestina y no mediante un pomposo y envarado anuncio multitudinario, era porque había sucedido algo de gran importancia que no debía ser conocido fuera del Consejo Nobiliario de la ciudad. De la misma forma, si estaban dispuestos a utilizar el chantaje de forma sutil para asegurar un acuerdo, sin duda debían estar desesperados por obtener sus servicios médicos, los cuales eran los más avanzados de toda la ciudad. Por tanto, si necesitaban sus servicios,  alguien importante de la casa Likar había muerto o se encontraba en un estado de salud crítico o tal vez presentase algún nuevo tipo de dolencia no identificada. En cualquier caso, aunque Hera pareciera controlar la situación, era M-12 quien tenía el auténtico poder. Y Hera lo sabía, razonó en un instante el intelecto mecánico. Sus siguientes palabras fueron medidas con todo cuidado.

-Será un gran honor servir a la gran casa Likar, Oh Hera, su máximo dirigente. En cuanto a la recompensa, no pido nada más de lo que me habéis ofrecido. Y rehúso, por no ser digno, al derecho de adopción. Pues nada deseo más que servir a nuestra gran ciudad.- finalizó con voz afectada. Aguardando en silencio a que el Noble mordiese el anzuelo. Para su satisfacción, la voz chirriante de Hera contestó: 

-No te corresponde a ti decidir si la casa Likar debe o no considerar tu adopción, M-12. Ahora bien, como sumo dirigente puedo prometer que serás recompensado con lo citado anteriormente. De hecho, los nuevos contratos ya han sido aprobados. Y mi hijo Zareas espera impaciente para ser aprendiz y heredero de tus conocimientos.-

-Contadme, señor, qué ha sucedido? Cuál es mi tarea?-

Tras un breve silencio, la chirriante voz respondió.

-Mi hermano Phex ha sido asesinado.-




Phex Likar regresó a su placentera rutina con la sensación de que se había ganado una buena recompensa recalibrando el patrón de búsqueda de los Centinelas. Flotando perezosamente, el Noble se dejó arrastrar por la corriente que lo devolvió a su amado tanque de reposo tras unos minutos de descenso en medio de la total oscuridad. De nuevo en el líquido P-12, Phex apreció la gran diferencia de densidad, la ligereza con respecto al fluido anterior y se sintió de nuevo en su hogar. Con mayor brío, alcanzó la plataforma de reposo a la que ascendió con un único impulso mental. En cuanto se depositó en la plataforma, su híper mente transmitió un mensaje muy claro al dispositivo regulador de sonido.

-De nuevo en casa, a todo volumen!- rugió.

Al instante, el mismo placer que había experimentado de forma continua durante más de 50 años le alcanzó de nuevo. Incrementándose hasta cotas ya olvidadas por el Noble, que se retorcía de placer mientras agradecía al Noble M-12 su gran labor al crear el insuperable fluido P-12. Para Phex, no existía psicoactivo alguno superior a este último. Aunque, como la gran mayoría de sus semejantes, aguardaba con impaciencia a que M-12 anunciase el lanzamiento del fluido P-13, que todavía se hallaba en fase de pruebas debido a la alta tasa de paros cardíacos fulminantes que tenían lugar durante su uso. Hasta ese ansiado momento, Phex aguardaría, disfrutando mientras de las virtudes del maravilloso fluido P-12. Era una auténtica pena que M-12 fuera un Independiente, pensó, podría lograr grandes cosas con una familia poderosa de su lado. Aunque lo cierto es que aún como independiente, él y un puñado de Nobles más había convertido Megapolis en la floreciente y maravillosa ciudad que era actualmente. Eclipsando sin lugar a dudas a cualquier otra esfera de Xoregan. 

Pradera, Fundición, Tormenta, Céfiro, Sueño y Megapolis. El Noble había visitado todas las esferas como parte de una misión diplomática más de cien años atrás y sin duda alguna, de todas ellas, Megapolis era la más avanzada, próspera y coherente. Un lugar donde la díscola naturaleza había sido sometida bajo la voluntad de aquellos electos por la fortuna, que sin vacilación ni arcaicos prejuicios acometían investigaciones tan osadas como vencer a la muerte o controlar la propia evolución. En comparación, el resto de esferas, especialmente Pradera, eran poco más que unas tierras salvajes sumidas en un desgobierno en el cual la naturaleza y los elementos sometían a los habitantes de las esferas, siendo estos últimos los gobernados y no los gobernantes que debieran ser. –Aunque se lo tienen merecido- pensó. Pues recordaba con claridad como la iniciativa de compra de Diligentes a otras esferas había fracasado en casi todas ellas, únicamente Fundición había aceptado el acuerdo y como recompensa,  tenía entendido que ahora era una esfera un poco más sensata, aunque distaba mucho de ser capaz de someter a los elementos como había hecho Megapolis. –Tal vez algún día el consejo apruebe una colonización. Entonces podríamos actualizar a esos primitivos aunque Diligentes bárbaros.-reflexionó antes de sumergirse de nuevo en el eterno placer.

El Noble permaneció durante dos largas horas flotando en medio del éxtasis líquido, amenizado por una vibrante pieza musical cortesía del Diligente Alberto Balsan, músico de la zona azul y protegido personal de la familia Likar por petición de Phex desde hacía casi 60 años. Permaneció en la más absoluta oscuridad, disfrutando al máximo las sensaciones que aquella pieza musical podía ofrecer combinada con el propio fluido P-12. De nuevo, se hallaba en el lugar que le correspondía por derecho de nacimiento. Gozando de los placeres que correspondían a alguien de su categoría… 

Y entonces, fue convocado de nuevo.

Con un rugido de rabia mental, trató de luchar contra la corriente que inexorablemente lo arrastraba pero tras un largo minuto, se dio por vencido y se preparó para fulminar a todos los semi-orgánicos que aguardaran su llegada. Durante su ascenso de regreso a la sala de control, se golpeó varias veces contra las paredes del túnel a causa de la velocidad y volvió a rugir, esta vez a causa del terrible dolor que azotó su cuerpo. Cuando recobró el control, juró que mataría al responsable de semejante agresión contra su persona. Instantes después, un extraño pensamiento recorrió su mente, como si alguien le susurrase algo al oído. Le pareció oír su propia voz pero proveniente de su juventud, más de cien años atrás…

-Ha sido el hombre de zapatos amarillos-

Aquel susurro mental cargado de miedo infantil alteró su mente de forma extraña, causando que dolorosos momentos que creía borrados acudiesen de nuevo ante él. Oscuros y terribles  momentos que evocaron todo el largo proceso médico al que había sido sometido para alcanzar aquel estado (que él consideraba de poco menos que de divinidad) en la eterna búsqueda del placer. Las imágenes de los horrendos procesos desfilaron por su mente, haciéndole estremecerse de terror y que no tardó en apartar frenéticamente, reprendiéndose severamente por perder el control a causa de un simple pensamiento díscolo. Sin embargo uno de sus seis cerebros parecía haber enloquecido, rechazando cualquier orden o explicación racional que sus cincos hermanos trataban de comunicarle.  Tras varios intentos infructuosos, se vio obligado a inducirle un coma temporal para apaciguarse. Logró recuperar la compostura  justo cuando alcanzó la sala de control, donde a causa de la velocidad se estrelló contra la mampara de cristal, provocando una terrible agonía que azotó todo su ser.
Aturdido, flotó de forma errática mientras intentaba sin demasiado éxito, aplacar el dolor. Años de cuidadoso diseño con el único fin de alcanzar mayores cotas de placer habían desembocado en una delicadeza cutánea extrema, que obligaba al Noble hasta a rehuir el mismo contacto con el aire, siendo necesario que habitara en un líquido regenerativo diseñado para proporcionarle los cuidados que su condición precisaba. Y aunque los golpes que había recibido apenas podían ser considerados roces, a Phex Likar le pareció haber sufrido un dolor similar al de una caída de 100 metros. En cualquier caso, su mente ya no se preocupaba por temas tan triviales, pues toda su atención se hallaba fija en las decenas de cadáveres que poblaban la gran sala de control y en la figura que lo contemplaba con una gran sonrisa.

La gran sala de control, que administraba el Sistema Central de Megapolis, conformaba más de 40 metros cuadrados de enormes columnas de tonalidad verdosa que juntas formaban la Conciencia Transpersonal de la ciudad. Las paredes metálicas desnudas, el tanque de gestión de Phex Likar y la enorme puerta de seguridad que solo podía ser abierta desde dentro conformaban lo que sería el corazón del alma de la esfera de Megapolis. Como cabría imaginar de un lugar de estas características, una legión de Centinelas y guardias semi orgánicos custodiaba de forma férrea el emplazamiento, con órdenes estrictas de vaporizar primero y analizar después. Además, la puerta que separaba el sótano de La Torre de la sala de control solo podía ser abierta por uno de los semi orgánicos que se encargaban del mantenimiento de la sala y el propio Phex Likar. Cualquier extraño que lo intentase, tendría una sola oportunidad para burlar al sistema con un código de 750 cifras que cambiaba cada cinco segundos, el más mínimo error suponía una muerte lenta debido al letal virus del que estaba impregnado la pantalla de acceso. Aquella maravilla había sido diseñada en conjunto por los Nobles M-12 y He´´ar, que habían colaborado en el diseño de la seguridad inexpugnable de la sala de control y el antídoto solo podía ser obtenido de uno de los semi orgánicos que aguardaba dentro con ese único fin. Podemos concluir asegurando que Phex Likar y el Consejo Nobiliario creían firmemente que seguridad de la sala de control resultaba imposible de burlar.

Y sin embargo, la puerta estaba abierta. Y la extraña figura de apariencia humana se recortaba contra el cristal. Blandiendo una sonrisa roja y blanca tan pronunciada que parecía una mueca.

De no haber sido destruidas, las cámaras de la sala habrían captado la figura de un hombre de más de dos metros envuelto en un grueso gabán grisáceo que dejaba adivinar una blanca camisa de botones azules. En cada uno de ellos, grabados en letras negras, resaltaban las siguientes frases de forma circular.

Nunca hay tiempo para más.

Pero si no te tomas lo que mereces

No podrás disfrutar como debes.

De tu visita a Buena Estenra.

Así que no lo olvides.

Descansa y deja que el mundo llegue él solo a su fin.

Solo hay que esperar a que todos se den cuenta.

De que nadie puede vencer al destino.

En el fondo de la camisa, un grueso cinturón de hebilla dorada sujetaba unos pantalones grisáceos de ejecutivo que remataban en unos chillones y puntiagudos zapatos amarillos. Mitones blancos en las manos dejaban al descubierto unos dedos largos y finos que parecían alargarse y contraerse constantemente. El mundo entero habría gritado de horror al contemplar el rostro perfecto de la muerte, con una proporcionada nariz y unos finos labios que desistían de cubrir la enorme sonrisa con la que el desconocido parecía obsequiar a Phex Likar. De los ojos solo podemos decir que cambiaban de color constantemente, y uno los veía marrones y diminutos en un segundo para contemplarlos azules y enormes en el siguiente. Aunque la luminiscencia extraña que residía más allá de sus pupilas nunca cesaba, hipnótica y danzante, elusiva a revelar los profundos y espantosos secretos que sin duda debía albergar bajo aquel sombrero de ala corta carmesí que portaba perfectamente simétrico sobre el cráneo.

Phex Likar no necesitó ojos para sentir una imperiosa necesidad de huir de aquel lugar de vuelta a su tanque de reposo, por lo que trató de activar el sistema de corrientes que lo pondría a salvo. Aguardó durante unos segundos a sentir la familiar sensación de empuje pero pasó un largo minuto flotando aterrorizado antes de que la figura comenzase a hablar.

-Mi buen Phex Likar,-El noble se estremeció- Mi buen Phex Likar- repitió con un chasquido al finalizar que provocó que uno de los cerebros del Noble colapsara de terror. –Mi buen Phex Likar- repitió por tercera repitiendo aquel extraño chasquido que hizo que Phex aullara de terror con un gran grito mental. –QUIEN ERES TÚ?! QUÉ ES LO QUE QUIERES?! –

La risa clara del hombre resonó de forma lúgubre por la sala mientras Phex sentía como lo apuñalaban. El dolor que sintió no tuvo parangón con ningún otro experimentado durante toda su vida y se vio obligado a sacrificar dos cerebros para que evitar que el dolor le volviera loco. La limpia y clara voz del hombre continuó:

-Tienes coraje mi buen Phex Likar (De nuevo el chasquido, que provocó que otro de los cerebros se descontrolase), pero el coraje contra alguien como yo es algo muy poco aconsejable. Lo entiendes mi buen Phex Likar?- En sus cerebros enloquecidos, el Noble contempló como Megapolis se partía en pedazos, víctima de la risa clara y los chasquidos de aquel monstruo camuflado en un cuerpo humano. Pues si en algo estaban de acuerdo sus sistemas colapsados era en que aquel ser no era ni mucho menos lo que parecía. Su postura, sus ojos y su sonrisa delataban la horrenda naturaleza de aquel ser surgido de sus peores pesadillas.

-POR FAVOR! BASTA! NO ME TOQUES!-Suplicó el Noble al sentir la mente alienígena entablar contacto con la suya. La risa resonó de nuevo en la sala de control y Phex Likar arremetió voluntariamente contra el cristal para cubrirla con oleadas de agudísimo dolor. En respuesta a su acto, las risas subieron en volumen y cadencia, dando la impresión de que había veinte hombres de zapatos amarillos riendo de forma descoordinada  e histérica al mismo tiempo. El Noble lanzó un aullido de terror y comenzó a golpearse repetidamente contra el cristal, tratando desesperadamente de huir de aquella risa que estaba a punto de destruir toda la ciudad de Megapolis. Con el segundo embate, las primeras flores rojas comenzaron a brotar de la hipersensible piel del Noble. Entonces el hombre de zapatos amarillos cesó de reír, pero no perdió su eterna sonrisa.

-Mi buen Phex Likar (El chasquido resonó de nuevo en la sala, incitando al Noble a golpearse de nuevo.) –Mi buen Phex Likar, esto no es necesario mi buen Amigo… detente mi buen Amigo. (El Noble se detuvo y la locura cesó por completo, reemplazada por un sentimiento de amorosa lealtad hacia su buen amigo de la infancia, el hombre de zapatos amarillos.) eso es, mi buen Amigo, no tengas miedo, soy yo. ¿Acaso no me recuerdas?- preguntó con tal dolor en su voz que de haber tenido ojos habría provocado que las lágrimas anegaran los del Noble.

-Claro que te recuerdo, mi buen Amigo…- contestó con voz laxa el Noble, haciendo caso omiso a las voces que gritaban de horror dentro de él. A pesar de que el dolor nublaba sus pensamientos, no albergó duda ni resquemor alguno acerca de la veracidad de las palabras de su Amigo. Al fin y al cabo, se conocían desde hacía ya mucho tiempo y el propio Phex había sido el que lo había invitado a acudir a la sala de control para charlar y tomar una taza de té. Y aunque Phex Likar ignoraba lo que era el té y jamás habría salido del fluido p-12 por su propia voluntad, le pareció muy sensata y correcta la decisión de haber desactivado él mismo los sistemas de seguridad para facilitar el paso a su buen Amigo. Ahora que por fin estaba allí, Phex Likar era presa de una felicidad ponzoñosa muy superior a cualquier placer ofrecido por el fluido P-12. El Noble permaneció embobado, contemplando la maravillosa mente que con gran delicadeza desnudaba sus pensamientos y exploraba sus más profundos secretos. Permaneció impasible mientras los garfios mentales de su Amigo profundizaban y desgarraban recuerdos aleatorios en busca de algo que Phex no podía si no envidiar por recibir la completa atención de su Amigo. A pesar de estar siendo desgarrado mentalmente, el Noble no se resistió y permitió a su invitado destrozar por completo su mente, convirtiendo al orgulloso, agradecido y solícito Noble en una masa orgánica babeante que sólo era capaz de manifestar una profunda sensación de agradecimiento hacia su Amigo, que por primera vez en mucho tiempo, había perdido su sonrisa.

Sin su sonrisa, el rostro del hombre de zapatos amarillos era cualquier cosa menos humano. Los finos labios sellados en una perfecta y horrenda simetría que parecía alargarse hasta el infinito. La luminiscencia ocular se intensificaba, ocupando ahora toda la pupila y el propio cuerpo parecía engordar, forzando al cinturón a alcanzar su límite en una cintura demasiado ancha para ser real. Los zapatos amarillos parecieron alargarse en zigzagueantes pliegues que ondulaban sin pausa ni fin. Pero lo peor eran los dedos, los finos dedos que parecieron multiplicarse de forma fractal en mil y una pesadillas distintas, los finos dedos que ahora eran cubiertos por completo por elegantes guantes blancos ligeramente abombados en la punta, eran los dedos de aquel hombre el punto final de la locura y el Noble podía considerarse afortunado de no contemplar aquellos finos dedos irreales que tantas mentes habían devorado. 

Al igual que el resto, su voz clara y limpia sonó grave y amenazadora, como el vozarrón oscuro de un dios iracundo que está a punto de destruir el mundo.

-No está…-

La masa balbuceante que ahora era Phex Likar no pudo evitar estrellarse de nuevo contra el cristal, utilizando el inmenso dolor como penitencia por haber decepcionado a su amigo.

-Mi buen Amigo Phex Likar (El chasquido obligó al Noble a volver a golpearse, tiñendo de rojo el agua con sus múltiples heridas). No está. A pesar de que estaba seguro de que eras la ´´persona`` correcta, resulta que me he equivocado, porque no está.-

-Sieeeeeenntoooo! Ol Ami! Sientoooooo! Io Sentoooooooo!-

-De nada me valen tus disculpas mi buen Phex Likar (El chasquido provocó nuevo golpes y suplicas). Si la localización de ella no está dentro de ti, no me sirves para nada. Y los seres que no me sirven para nada no pueden ser mis Amigos.-

Los gritos y súplicas del Noble cesaron de pronto al reparar en que el hombre de zapatos amarillos había mentido. No era su Amigo y tampoco lo había sido nunca. Comprendió en aquel instante que su papel no había sido otro que el de la presa con la que el cazador juguetea antes de consumar la caza. Solo que el hombre de zapatos amarillos no tenía intención alguna de consumar la caza y devorarlo, la sonrisa había regresado a su rostro y sus manos de finos dedos atravesaban ahora el cristal como si nunca hubiera existido para estirarse más de tres metros y agarrar al Noble, que aulló de locura y horror absoluto al ver por primera a través del elaborado disfraz del hombre de zapatos amarillos. Cualquier atisbo de cordura y raciocinio fue obliterado de la mente de Phex, que arremetió entre aullidos contra el cristal, tratando inútilmente de huir del alcance de aquella aberración que ahora mostraba una boca repleta de afilados dientes serrados que nada tenían que ver con su habitual sonrisa.

-Es una pena, mi buen Phex Likar, podríamos haber sido grandes amigos… pero espera un momento! Aún podemos ser grandes Amigos!. Puedes ayudarme a encontrarla en esta ciudad y al mismo tiempo ser parte del destino que aguarda a Xoregan. Serías el adalid de una nueva era de esplendor para esta ciudad y tu nombre sería recordado por hasta el más efímero Diligente! No es maravilloso?!-

Nuevamente, el horror fue sustituido por la esperanza de recobrar la amistad perdida. De su nublada y profanada mente se borró por completo todo registro de miedo y desconfianza, siendo estrangulados ambos bajo el manto de laxa felicidad y esperanza que ahora asfixiaba tanto la locura aullante como la extinta razón. Ambas fueron sofocadas ante la sola mención de poder recobrar la amistad del hombre de zapatos amarillos. De hecho, era lo único que la mente de la criatura que antaño había sido el Noble Phex Likar era capaz de comprender. El resto eran palabras agradables y poderosas a las cuales ahora ya no era capaz de dar sentido. Términos como ´´ciudad``, ´´Xoregan``, ´´Adalid`` o incluso ´´Diligente`` resultaban incomprensibles, ´´Amigo`` en cambio era una palabra que evocaba calor, risas, compañía, comida y placer… todo lo que la pobre criatura necesitaba ahora quedaba unido de forma íntima a aquel vocablo que ahora el hombre de zapatos amarillos le ofrecía recuperar.

-Allooooooooso! Allooooooooso!- parloteó alegremente el Noble.

-Por supuesto que es maravilloso mi buen Amigo. Y a partir de ahí sólo puede mejorar! Tienes mi palabra Amigo mío.

-Iooooooo! Ioooooo!- vociferó alegremente el Noble.

La voz clara regresó:

-Si! Si! Amigo mío! Solo pueden mejorar! (Risas) Qué me dices, mi buen Amigo, me ayudarás? ¿CONSIENTES?-

Y aunque cordura y locura aullaban ¡Noooo! En desesperado réquiem conjunto al unísono. La respuesta de la condenada  y balbuceante criatura no se hizo esperar:

-Iiiiiii! Iiiiiiii!- gritó mentalmente, sellando su destino.

-Así sea, mi buen Amigo, así sea…- respondió sonriente el hombre de zapatos amarillos.

Después, solo hubo gritos silenciosos, risas y oscuridad…

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