La Agonía del Corazón (IX): Cascadas Blancas Saladas.

 A la orilla del recuerdo
mis ojos son cascadas blancas
quebrados desde adentro
parecen cadáver de dos lunas.

Al sentir tu manto blanco
busqué refugio en las tormentas
y ahora, hundido está mi barco
en un helado mar de arenas.

No mintais, soy un desecho
y no me quedan fuerzas
para empujar un cuerpo al fondo
para sentir el roce de las alturas.

Pero en un ardid temerario
empujan todas mis células
para devolverme al eterno ocaso
prendiendo amaneceres con candelas.

Quemado, como colilla en un entierro
apilado en tantas posturas como maneras
perlado con la rabia del enfermo
mirando al pasado, a sus brumas rastreras.

Y a la orilla del recuerdo
mis dominios son arenas doradas
y las lluvias de este reino
cascadas blancas saladas.

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