Bastión

Erigido en roca dura de mármol negro y castaño.
Soportando mil tormentas, viento y látigo.
Golpea. Sabré contestarlo, sabré aguantarlo.
Azota. Sabré invertirlo, sabré disfrutarlo.

Plaga y pandemia. Ven, te abrazo.
Abrigaré en mi interior un fortín oscuro...
para guardar tu ponzoña en frasco amargo.
Reflejado en ese líquido negro el orgullo más cenizo.

Roturas, molestias, mareos, agujas, veneno.
Todo lo aguanto, sin quebrar ni ceder al llanto.
Porque la canción de la aventura es el crujir del hueso.
Porque la blanca noche sin lamento ni aviso.

Y me río. Porque puedo aguantarlo.
Y como hijo de un superhombre biónico.
Como bastión antibalas y lluvias me levanto.
Cada mañana, sin entender nada, avanzo.

Y me golpean, con fuerza, en la cara o muy adentro.
Pero resisto, guardando la brecha de la esperanza.
Con los perros de la venganza, siempre alerta.
Mis soldados, mis demonios, todos mandados a la brecha.

Donde mueren en nombre del orgullo desmedido.
De un superhombre loco que hace tiempo se ha perdido.
Y con su látigo láser a la humanidad amenaza.
Mientras, desde el cielo, los serafines mean  con indiferencia.

Y las Potencias no recompensan el pensamiento crítico.
Y me irrito, en la ensoñación más activa.
Porque nunca quise resistir los asedios de un señor oscuro.
Ni tampoco llorar en mi propia tumba.

Pero aguanto, porque lo llevo escrito.
Porque aprendí de soldados y dejé de ser un niño...
a bofetadas, certeras y apretones en la garganta.
Estuve a punto de irme pero tranquilos...

Las murallas, por ahora, aguantan.

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