Huesos.

Es ésta la noche en la que recuerdo.

Recuerdo el futuro que llama a tu puerta, quebrado.

Es ésta la hora, maldita, en la que lloro, lloro con enfado.

Son tus huesos, chirriantes, los que llenan mis oídos.

Es mi alma, aterrada, la que maldice tus destinos.


Se quiebran, restallan, en un coro de crujidos.

Y en la distancia, se confunden con aullidos.

Llamaré a la muerte sincera, cuando todo sea silencio.

Y en las pisadas de mi camino siempre resonará tu eco.

Crujiente, como la hojarrasca del bosque en otoño.


Doloroso como la aguja al rojo vivo...

Que se clava en mi pecho. Llevando tu dolor...

A mis propios huesos.

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