El Relicario del Volcán 6/5: La llama de la esperanza.

Habrá un día en que todas las llamas de mi interior se apaguen.
En que la marea suba, los ríos se desborden.
Y todos los fuegos se extingan.

El humo se retirará y la ceniza será barrida por los vientos.
El aire será claro. Y la tierra negra, poco a poco, recobrará el verdor de antaño.
Los musgos serán gruesos y las lágrimas formarán estanques.

Y el agua, el agua será mi mayor dádiva.

Los brotes tiernos surgirán de la ceniza.
Grandes troncos, raíces que romperán la piedra.
Hojas verdes, espinas y con el tiempo, flores.

Y el agua convertirá el yermo en bosque.

Habrá un día en que el cuerpo solo sea un cascarón reseco.
Y la mente y el espíritu vaguen por el cielo.
La tierra será generosa con sus frutos.
Y con el tiempo, las lluvias cubrirán los abismos

Y el agua convertirá los abismos en lagos.

Entonces, solo entonces, cuando la tierra duerma.
Y la vida crezca sin oposición, feliz y sana.
Cuando será posible que nazca una nueva llama.
No una llama que simbolice el odio o la rabia.

 Si no una llama que traiga la esperanza.

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