Das (6)



Centinela
-Y esto debe ser lo que sucede cuando una fuerza irresistible choca contra un objeto blando y limoso… Menudo destrozo!- pensó M-12 mientras observaba con múltiples ojos críticos la escena que se mostraba ante él. A su alrededor, cinco Observadores documentaban de forma exhaustiva cada micra de la sala, trabajando a pleno rendimiento para esclarecer lo sucedido. Uno tras otro, sin variación, estallaban en pocos minutos para ser al instante sustituidos, mientras sus metálicos cuerpos aviformes aterrizaban con estrépito en la sala de control.

-No podríais caer en silencio?!- bramó mentalmente antes de girar uno de sus múltiples apéndices tentaculares mecanizados en dirección a los restos del tanque quebrado. El mismo había estallado de forma tan violenta que se había pulverizado casi por completo, dejando solo pequeñas esquirlas que evidenciaban el calibre del impacto. El líquido de nutrición y vagos restos de Fluido P-12 cubrían el suelo pegajoso sobre el cual, entre dos columnas de procesado, reposaba el destrozado cuerpo de Phex Likar.

El Noble nunca había sido hermoso en vida. Su abotargada forma curva y su limosa piel anaranjada libre de cualquier vello revelaban los pálidos capilares en aquellas zonas en las que el cuerpo ciego y deforme conservaba una mínima traza de coherencia. –Esa es justo la palabra adecuada… coherencia. No puedo ni imaginar que ha pasado aquí… mucho menos lograr señalar un culpable.- suspiro resignado-no estoy seguro de querer saberlo-concluyó antes de que la poderosa presencia de Hera estableciese un canal de forma brusca.

-Y bien doctor? Quién es el responsable de la muerte de mi hermano? –

La voz del Noble no delataba emoción alguna, chirriante y rasposa con un ligero toque de aburrimiento que parecía más apropiada para acuerdos comerciales que para duelos y asesinatos. Si M-12 pareció incómodo ante su indiferencia, no lo demostró ni en el tono ni en sus palabras que contra su voluntad, resultaron titubeantes.

-Si… si queréis que os sea franco, Noble Hera, no tengo respuesta a esa pregunta.-

El Noble permaneció durante un largo minuto en absoluto silencio antes de que su voz tronase en la mente de M-12 con un estallido de dolor y chisporroteante luz roja.

-Explícate-

Esta vez, en aquella palabra, M-12 registró algo más que protocolo: ira.

-No… no… no… no sé cómo explicar lo que ha pasado aquí-tartamudeó para su horror-nunca había visto nada igual a esto. Vuestro hermano no solo ha sido asesinado… ha sido… cambiado… su estructura esencial es completamente anómala a nada que yo ni la ciudad hayamos registrado jamás. Es…-

-Qué quieres decir con cambiado?- lo interrogó.

M-12 dejó el asunto en manos de su parte lógica y se trasladó hasta la Computadora Central, atraído por el curioso informe de un Observador díscolo que rompía una y otra vez su protocolo acogiéndose a la cláusula oculta de seguridad capital. Malfunción o Locura Digital? –En cualquier caso-decidió M-12-Merece la pena investigar.- Su parte lógica se las vería con la ira de Hera mientras él investigaba a fondo el fenómeno.

-Lo que quiero decir, Gran Noble Hera, es que la estructura de esencia de su hermano ya no pertenece a ninguna de las anteriores registrada en Megapolis. En términos menos técnicos, podríamos decir que ya no es posible clasificarlo dentro de la especie Entic, como tampoco dentro de la especie Humana ni tan siquiera existe clasificación alguna en la que pueda ser comparada la estructura vital de su hermano. La especie con la que más similitudes hemos encontrado pertenece a los dioses dragón de la esfera de Tormenta. Sin embargo dicha similitud no es siquiera un 0,00000000000000000000000000000001%. Oficialmente…-

-Mi buen doctor.-le interrumpió Hera. –Estáis diciendo que mi hermano ha cambiado de especie? Yo le veo tan aberrante como siempre. Estáis acaso sugiriendo que la casa Hera, una de las más antiguas y respetadas de Megapolis, está emparentada con los monstruosos gobernantes de la esfera de Tormenta? – la nota de peligro que denotaba la voz de Hera era tan evidente que hasta el lado lógico de M-12 comprendió su error y se apresuró a enmendarlo.

-En absoluto, Gran Noble Hera, lo que quiero decir es que- CRANCH! Con un chasquido metálico espantoso, el cuerpo de M-12 se desplomó completamente destrozado y el lado lógico lanzó un quejido de dolor cuando la aplastante presencia de Hera se irrumpió en la estancia. Los Observadores restantes se desplomaron en una lluvia de chispas en medio de un gran estrépito y las columnas centrales comenzaron a brillar mientras el Sistema Central trataba de acomodar la gigantesca mente del líder de la casa Hera. Que avanzaba en dirección a M-12 en medio de una nube de chispas rojas que manifestaban claras ansias homicidas. El lado lógico trataba de huir de la implacable presencia chirriante mientras el Sistema Central aumentaba su rendimiento más y más.

-Noble Hera! Cálmese!-aullaba mientras intentaba habilitar desesperadamente el sistema de seguridad. –El Sistema Central no puede dar cabida a su presencia en este lugar! Colapsará en cuestión de minutos! Deténgase!-

Si la presencia había entendido la gravedad de la situación, no dio muestra alguna de oírlo ni de detener su avance. En el espacio físico, dos de las columnas comenzaron a desprender un suave vapor que habría matado a todo ser orgánico que hubiera en la sala.

Relativamente a salvo en el Ordenador Central, M-12 no daba muestras de ejecutar ninguna de las desesperadas órdenes que vociferaba su lado lógico, absorto como estaba en su tarea mientras unos imaginarios ojos se desorbitaban de emoción y miedo.

Algo iba mal. Terriblemente mal.

Al principio, seguir el hilo y filtrar toda la información relacionada con Phex Likar había sido complejo. El código personal del guardián de seguridad era intrincado y viscoso, como una compleja baba cambiante que se escurriese entre los dedos. El nivel de procesado actual de M-12 no podía igualar los seis cerebros mutados que Phex había poseído en vida. Aunque, como descubrió tras un vistazo al historial médico, solo rindieran al 15% de capacidad a causa de los daños provocados por la adicción del líquido P-12. –El P-16 lo solucionará todo- murmuró M-12 mientras tomaba apuntes del historial médico para estudiarlo más tarde. Al parecer Phex había nacido humano, atractivo según los estándares de la época, sin embargo, el líquido P-12 y otros fluídos psicoactivos habían causado una impresión tan profunda en el noble que al parecer había modificado su cuerpo hasta poder aumentar la sensación de placer en un 426%. Según los datos, pretendía, en apenas cien años, volver a modificarse para incrementar en un 75% el ya aberrante porcentaje. M-12 no entendía a estúpidos como Phex Likar pero los aprobaba. El líquido P-12 y la mayoría de psicoactivos, tanto industriales como comerciales, que descubría y suministraba, constituían más de la mitad de sus beneficios. Aunque a la hora de la verdad, siempre había preferido explorar las posibilidades digitales que las biológicas. –Y casos como este me demuestran que tengo razón- sentenció antes de borrar el historial médico y sustituir la parte de la adicción por un accidente quirúrgico y un Noble ejecutado trescientos años atrás. M-12 no quería, bajo ningún concepto, empañar la reputación de sus productos con el historial de un lunático. El último archivo, escrito hacía casi 400 años rezaba:

El placer es mío. Nadie más puede entenderlo.

Es música, es arte, es conocimiento.

A buscarlo me consagro sin piedad

Ni remordimiento.

El hombre de zapatos amarillos ha hablado.

Y a mí me da mucho miedo.

Así que obedezco.

Un instante después, el archivo había desaparecido. Pero para entonces, ya era demasiado tarde.
Tras debatir con el intrincado código durante un largo minuto, M-12 aumentó el nivel de procesado dos niveles. Quebrando el código en cuestión de segundos y , sin margen de maniobra, recibiendo una descarga de tales dimensiones que tuvo que desconectarse bruscamente para evitar perder la conciencia. Aun así, un doloroso pinchazo atravesó su cuerpo y tuvo que esperar a que el túnel digital dejara de girar a su alrededor para volver a establecer una conexión segura, aplicando el nuevo código y accediendo a lugares que pocas veces había podido visitar. En aquel lugar, la estructura digital era distinta, extraña, poco familiar y decididamente envarada. La intervención del Consejo Nobiliario en aquel lugar era patente. –Demasiados bordes afilados.-pensó.

Con calma, accedió a los archivos más recientes…

Y su mundo ardió.

Los archivos no solo habían sido completamente corrompidos si  no que la corrupción que presentaban era la composición digital más extraña y compleja que jamás había visto. Y también la más letal como estuvo a punto de comprobar cuando el túnel por el cual se desplazaba comenzó a retorcerse y derrumbarse  sobre sí mismo, tratando de aprisionar al Noble. Tuvo que emplear accesos maestros para escapar de la trampa y no le sorprendió ver que la corrupción quebraba los accesos sin dificultad y comenzaba a extenderse a gran velocidad.  A toda velocidad, evadió los túneles infectados y trazó una ruta segura que le condujo hasta un núcleo de archivos no corrompido. 

Todo comenzaba con una entrada no autorizada por las puertas Vorpales de Fundición. El sistema, de forma totalmente anómala e incomprensible, había pasado por alto el suceso. El sujeto visitaba varias zonas de forma física (M-12 tomó nota de todas y cada una de ellas) antes de entrar en La Torre y abandonarla por un conducto de mantenimiento que lo introdujo en la Zona Roja, sección 121, cuadrante 19, donde, con claves de seguridad válidas, burló la seguridad de un apartamento y… los archivos estaban en blanco. Ni un solo registro del apartamento en más de tres horas. El Sistema Central se había desconectado a sí mismo.

Miles de preguntas estallaban en la mente de M-12. El Sistema Central, su mayor obra, fallando de forma tan miserable? Imposible! Aquello solo podía ser sabotaje! Pero quien poseía la influencia y las claves para modificar el comportamiento del Sistema Central? Nadie, solo él mismo. Entonces? Como era posible que un extraño de otra esfera pudiera penetrar no solo las Puertas Vorpales sino también la propia Torre sin autorización? Solo había una respuesta: No era posible. Alguien había facilitado el acceso y saboteado el sistema… y lo había hecho de una forma tan soberbia que los sensores ´de comportamiento que M-12 había instalado no detectasen nada más que rutinarias actualizaciones.

Por otro lado, nada podía justificar la presencia de aquella corrupción en aquellos archivos concretos y tan cerca del Sistema Central. Aquello no era una coincidencia, de ninguna manera, aquello era un plan, un plan para corromper el Sistema Central y hundir Megapolis en una insurrección digital que facilitase la invasión de otras esferas. Casi podía ver los rostros de los dirigentes y del traidor sonriendo mientras la corrupción se adueñaba de toda la ciudad. M-12 se encargaría de borrarles la sonrisa, se aseguraría de ello. 

La ira invadió su ser y tuvo que luchar contra el impulso de sobrecargar el Sistema Central y volarlo todo por los aires. –Al fin y al cabo, ya está lista la nueva versión.- pero se contuvo, tal vez eso era justo lo que los traidores y los enemigos de la ciudad esperaban. Tal vez sus ejércitos aguardaban la señal para atravesar las puertas y tomar su amada ciudad. –Cálmate. Esto no es todo, no puede ser todo. Empieza por hilar lo fácil. Quien vivía en el apartamento? Es causalidad o casualidad que la zona 121 y el Complejo Medusa sean pasto de esas magníficas llamas? Que registros conserva la puerta de entrada del Complejo? Que registros conserva la Torre? Empieza por eso y a ver dónde acabas- se dijo mentalmente mientras accedía en un instante a los registros de población diligente de la zona 121.

-Mmmmmm…  998947424 AGD Daszia Talia Danethas. Una anomalía genética… interesante. Y que tienes tu que ver en todo esto? Echemos un vistazo a tu historial…-

Nada revelador. M-12 había esperado un pasado conflictivo y varias amonestaciones o incluso reciclados familiares. Sin embargo, Daszia era una anomalía genética de décima categoría, es decir, inofensiva, y poseía un porcentaje de diligencia del 91%, por no mencionar que era apenas una Entic de doce años de crianza y veinticinco de espera que ejercía su trabajo de asistente auxiliar en el Complejo Medusa. Nada en aquella cara asustada y aquel extraño cabello encarnado podía levantar la más mínima sospecha. Y precisamente por eso, razonó M-12, es la coartada perfecta. Tal vez fuera un registro fantasma, tal vez Daszia nunca había existido y alguien infinitamente más peligroso se escondía en su lugar. Desafortunandamente, varios archivos validaban la existencia de Daszia más allá de toda duda, por lo que el Noble continuó examinando los archivos mientras su pensamiento oscilaba de forma casi inconsciente en aquel asustado rostro que parecía albergar algo más que una diligencia sumisa y un servilismo dócil. Dicho razonamiento se confirmó por completo cuando topó con los informes acerca del asesinato del extraño que había penetrado en Megapolis. Según dicho informe, un objeto afilado había sesgado en dos la columna vertebral del sujeto, el arma utilizada en el crimen era una incógnita, sin embargo, todos los informes señalaban a Daszia como responsable directa del crimen de asesinato de un Noble. M-12 se indignó al descubrir que aquel extraño poseía un rango falso de Noble que no hacía más que confirmar las sospechas de que había al menos un traidor entre los Nobles. Entic inmundo! M-12 lo atraparía y le haría suplicar por la liberación de una muerte piadosa que nunca llegaría. Alargaría su vida, digitalizaría su mente y torturaría sin descanso hasta que la locura fuese una débil luz y la ciudad se convirtiese en polvo. –No te dejes llevar por la ira, sigue adelante y tal vez puedas convertir ese buen pensamiento en realidad antes del siguiente pulso.- se animó al tiempo que verificaba que la Diligente Daszia se había ofrecido como ofrenda al Noble Shaladanh. Nada encajaba, ella parecía una de esas criaturas asustadizas que corrían a refugiarse en sus escondrijos cuando el entraba en el laboratorio, qué motivo le empujaba a ofrecerse como alimento para el aberrante montón de carne que era Shaladanh? El sacrificio altruista? De ninguna manera, la posibilidad de escapar? Imposible, nadie podría atravesar sus campos de seda sin una llave de esencia hecha por él mismo y ningún Diligente podría dañar a Shaladanh. El Noble había decidido, contra las recomendaciones de M-12, integrarse con la BEAE y ser parte del Complejo Medusa. Aquello, que eliminaba cualquier traza de humanidad, había supuesto una relativa inmortalidad que aquellas llamas habían devorado sin vacilación. 

Ningún registro había sobrevivido al paso de aquellas extrañas llamas y sin embargo, M-12 no pudo evitar registrarlos de forma exhaustiva hasta estar seguro de haber llegado a un callejón sin salida. Sin su parte lógica, la tarea resultaba tediosa y pronto se descubrió observando de nuevo el rostro de la Diligente. Por algún motivo, aquella extraña sensación de que había algo oculto tras aquellos profundos ojos verdes no lo abandonaba… y sin embargo, se encontraba en un punto muerto. No había relación alguna entre lo sucedido y la corrupción que crecía dentro del sistema. El extraño había muerto y su cuerpo era ahora alimento para orgánicos. En ese punto nada se podía hacer ya al respecto. Por tanto, todo giraba alrededor de aquel misterioso apartamento y esa Diligente que había muerto en el Complejo Medusa. Porque si de algo estaba seguro M-12 era de que la Diligente había perecido entre las llamas.

Entonces, por qué los registros todavía mostraban que estaba en busca y captura? Se trataba de un error del sistema o era algo más fantástico y terrible? En un instante, obtuvo la respuesta a esa pregunta. Y de nuevo, el mundo estalló en llamas.

Los registros debían estar equivocados. Tenían que estarlo. –Esto no es posible. De ninguna manera. Como puede?- pensó M-12 mientras contemplaba atónito como el Centinela V-1075 informaba de que la Diligente había sido localizada en Ciudad Muerta. –En Ciudad Muerta?! Esto no puede ser real?!  Como ha logrado escapar de las garras de Shaladanh?! Como ha descendido por la muralla?! Como, Como, COMO?!-aulló el Noble sin dar crédito y al mismo sintiendo que sus secretas sospechas se tornaban en una negra realidad. Aquel rostro y aquellos ojos ocultaban algo mucho más siniestro que una simple Diligente, y por el deber de salvar la esfera de Megapolis, M-12 debía descubrir de qué se trataba. En este punto, todas las pistas convergían en aquella enigmática figura que estaba a escasos segundos de ser desintegrada por un Centinela. Tenía que hacer algo… y rápido.

-V-1075, código Ezel, autentificación: Birlo 17509…- Fiel a su orden, el Centinela adoptó una postura defensiva y M-12 observó cómo varias aberraciones neblinosas eran destruidas antes de declarar la zona segura. Momento en que V-1075 pasó a modo espera. M-12 abandonó el archivo y comprobó con creciente horror que la corrupción había cerrado un cerco en torno a él y avanzaba, implacable. Desesperado, trató de usar los códigos maestros para habilitar una vía de escape, sin embargo, al abrir una canal secundario, la corrupción penetró a raudales en el archivo y M-12 se vio obligado a penetrar de nuevo en el núcleo de archivos, donde observó, aterrado, como aquella infección fucsia se extendía a una velocidad mucho mayor de que él había calculado. La corrupción casi había alcanzado el núcleo de archivos y M-12 solo pudo observar como aquella cosa parecía actuar de forma inteligente, cortando todas las escapatorias y consumiendo hasta el más insignificante chip. Lejos de cualquiera de sus cuerpos, no existía garantía alguna de que conservase una mínima autonomía cuando atravesase la corrupción. Y aunque guardaba varias copias de seguridad de su mente en caso de  muerte, M-12 tenía la sospecha de que la corrupción no le concedería el alivio de la muerte.

Y sin embargo? Qué opciones tenía? Podía esperar a que llegara hasta y tratar de burlarla. Pero no cabía duda de que la entidad había previsto aquella posibilidad, y por eso había bloqueado los accesos maestros. Sin ellos, M-12 era simplemente un navegante muy diestro, muy distante de su habitual categoría divina. –Eres la mente más brillante de Megapolis y no hay duda de que esto es una trampa, la corrupción no ha evitado este lugar, ha estado esperando a alguien curioso que acudiera a investigar. En fin, otra pregunta que formular a ese nudo de sucesos. SI es que consigo salir de esta…- pensó mientras retrocedía al tiempo que analizaba todo la realidad digital no corrupta en todo el núcleo de datos. Nada, ni una sola brecha en la seguridad de aquella cosa que lo rodeaba por todas partes. Pronto, el pánico comenzó a brotar de su interior en forma de negras manchas que nublaban su percepción, dificultando su tarea. Incrementó el nivel de procesado de 2 a 4 y el mundo pareció detenerse. El flujo de datos se ralentizó de forma significativa pero la corrupción continuó su avance de forma impasible, sin aminorar ni incrementar su velocidad un ápice. Nada, incrementó la velocidad de 4 a 6 y creyó vislumbrar un hilo blanquecino en mitad de la nada pero tuvo que amplificar al séptimo nivel para poder contemplarlo en todo su esplendor.

Era apenas una hebra, un protocolo de mantenimiento rutinario conectado al Centinela V-1075. Coincidencia? Ni por asomo, la corrupción había dispuesto aquella vía de escape para que M-12 quedase confinado en una unidad Centinela y no dejara rastro alguno en La Red ni en el Ordenador Central. Una vez en el Centinela, sería difícil regresar a La Red central y sus competencias se verían muy mermadas pero… qué otra opción tenía?. En menos de un instante, M-12 ya había tomado del dócil Centinela V-1075. Lo que vio fue, cuanto menos, chocante.

A pesar de que había habitado Ciudad Muerta mucho tiempo atrás y había sido uno de los responsables directos de su destrucción, M-12 había pasado tanto tiempo sin pisar la antigua ciudad que al principio, creyó haberse quedado atrapado durante milenios en el proceso y ahora emerger a las ruinas de Megapolis. La lejana visión de La Torre, en cuyas profundidades descansaba su cuerpo, le indicó que no era así y un suspiro de alivio habría salido de sus labios de no haber estado encerrado en el cuerpo del Centinela.

V-1075, como todos los Centinelas, poseía un diseño simple. Un simple cubo liso armado con un desintegrador de ventana capaz de reducir a polvo hasta 3 metros cúbicos de materia de cualquier índole. Un sistema de levitación por redirección de esencia y un blindaje de clase 10, lo que garantizaba su victoria en cualquier enfrentamiento contra cualquier enemigo. Es por esto que los Centinelas eran temidos y reconocidos como las armas más letales y eficientes de todo Xoregan, capaces de hacer desaprecer de forma literal a sus enemigos e infundir miedo en el corazón de todo aquel que fuese presa de su aterradora sirena.

 -Y todo ese potencial desperdiciado.- pensó M-12. Él pertenecía a una minoría de pensadores que opinaban que El Consejo Nobiliario no era más que un estorbo para el avance de la ciudad. Compuesto por Casas decadentes que se aferraban al poder de manera casi patética y que vigilaban con gran celo la ascensión de casas menores, destruyendo por completo a cualquiera que pudiese representar la más mínima oposición a su inamovible y anticuado mandato. M-12 lo sabía muy bien, pues su casa había sido una de las muchas que fueron calificadas como amenaza por El Consejo. Por ello, se cuidaba de ocultar aquellos pensamientos en lo más profundo de su mente, aunque no le cabía duda alguna de que el consejo no había olvidado su antigua condición y que si seguía vivo era por su inteligencia y su inventiva, que conformaban el principal motor que impulsaba la ciudad mientras El Consejo caía cada vez más en una complacencia interna que M-12 sospechaba que era meticulosamente orquestada por aquel que ostentaba el título de líder en lo más alto de La Torre.

Un inofensivo golpe contra el armazón del Centinela lo sacó de su ensoñación y con aire divertido contempló como varias aberraciones neblinosas extendían sus tentáculos hacia él, tratando de sujetarse a él para arrastrarlo hacia las turbias aguas de la laguna sobre la cual levitaba. Con un pensamiento, elevó a V-1075 y contempló la desolación que lo rodeaba.

Ciudad Muerta era ahora un esqueleto carcomido que apenas dejaba entrever una sombra del lugar que antaño había sido. Los edificios inspirados en los antiguos árboles habían desaparecido, derruidos por las explosiones y las cáusticas nieblas contra las que solo había resistido el más sólido metal. Que a juzgar por el aspecto, no tardaría en perder la batalla y precipitarse hacia el lejano suelo de escombro y aguas venenosas bajo el cual dormía la vasta extensión subterránea que conformaba la auténtica ciudad. Las antes anchas calles habían sido pulverizadas, cortadas y convertidas en largos y tortuosos pasajes de grava, escombros y metal que a vista de pájaro parecían delgados gusanos grises, desapareciendo de forma apresurada bajo montañas de escoria o lagunas putrefactas en las cuales se arremolinaban una suerte de espumas amarillentas producidas por los espantosos gases del subsuelo que conformaban lo que los nativos llamaban La Buena Niebla. A pesar de ser el responsable de gran parte de lo que allí aconteció, M-12 no sintió remordimiento ni cargo de conciencia alguno que le reprochase su indiferencia. En lo que a él respectaba, la ciudad podía hundirse sobre sí misma y sobre todos los renegados que se arrastraban bajo ella. Para él, aquel lugar era simplemente un resto más de un pasado que debía desaparecer para dar paso a un glorioso futuro. –Ciudad Muerta fue un error poco productivo y Megapolis necesita crecer. Megapolis necesita avanzar. La acción lógica es evidente, por desgracia-reflexionó- la lógica no es la fuerza que dirige esta ciudad.-

Gordo Engino observó como el Centinela se elevaba una decena de metros y permanecía flotando, inmóvil, aguardando a algo que el viejo Enlace no tenía intención alguna de averiguar. Arrastrándose debido al temblor de sus piernas, se escabulló tras una pared de escombros y continuó avanzando sin detenerse ni un instante a comprobar que una de las numerosas aberraciones no seguía su pista. En lo que a él respectaba, prefería enfrentarse a una sola aberración que a un indestructible Centinela. A efectos prácticos, el resultado habría sido el mismo, pero la aberración resultaba perdedora al no haber poblado sus pesadillas desde que el viejo Enlace tenía recuerdo. Afortunadamente, las aberraciones estaban demasiado ocupadas devorándose unas a otras en un salvaje frenesí, por lo que su paso hasta una posición ´´segura`` resultó sencillo.  Con el corazón batiendo como un tambor, extrajo una petaca metálica y la vació de un trago mientras agradecía y maldecía a un tiempo a todos los dioses su suerte y la de sus congéneres que ahora se hallaban o bien muertos o a salvo en la sub-ciudad, orando fervientemente al Abuelo y al Padre tanto por los caídos como por no encontrarse entre ellos. Gordo no se lo reprochó, el habría hecho exactamente lo mismo.

Lamentablemente, todavía  no se encontraba a salvo bajo la sub-ciudad, por lo que la oración, a pesar de ser muy necesaria, tendría que esperar a un poco. Con gran esfuerzo, logró incorporarse y tambaleándose, se dirigió al túnel de entrada más cercano, albergando la esperanza de llegar a tiempo antes de que el sellado lo condenase a una muerte segura a manos de La Buena Niebla.

Das, por su parte, permanecía totalmente inmóvil, paralizada, contemplando como la fría máquina cúbica la observaba impasible con su rostro liso e inexistente. Casi podía entrever unos ojos inhumanos fulminándola con la indiferencia más absoluta. Como si ella no fuera más que otro simple cascote que sobresaliera de la montaña de escora que era Ciudad Muerta. En cualquier momento, la sirena resonaría por última vez en sus oídos y el mayor de los dolores se apoderaría de su carne para convertirse en polvo un instante después. Cerró los ojos, incapaz de enfrentarse al haz verdoso que anunciaba el final de todas las víctimas caídas bajo aquellos ojos inhumanos…

-998947424-habló el Centinela.

-…-

-998947424- repitió.

Das abrió los ojos, aturdida. Por qué el Centinela no la había matado? Por qué había citado su código de identificación? Acaso ahora los Centinelas incorporaban matrices de Jueces? Acaso todo aquel delirio no era más que un sueño de libertad que pronto se desvanecería, despertando en su reducido apartamento para consumir su vida y su cordura un poco más? Era esto parte de algún retorcido experimento psicoactivo? O tal vez habitaba un entorno digital experimental diseñado para emular la realidad? 

-998947424- repitió por tercera vez el Centinela.

-…-

-998947424. No respondes? Eso no es lo que se espera de un Diligente que posee un porcentaje del 91%.-

Das abrió mucho los ojos ante aquellas palabras. Los Centinelas no poseían inteligencia ni capacidad de emplear lenguaje alguno. Eso era de dominio público en Megapolis y uno de los elementos que los hacía tan temidos. Su inhumanidad, su mudez, su eficiencia y su total indiferencia ante la naturaleza de los objetivos. Retrocedió un paso, había cierto tono jocoso en la metálica voz de la máquina?

-Tenía muchas ganas de conocerte 998947424, tú y yo tenemos mucho de qué hablar, Seir.-

Das estuvo a punto de perder pie y golpearse contra el suelo. Aquella maquina le había llamado Seir! Había empleado un título reservado a las Noble más jóvenes e instruidas en una Diligente! Sus superiores lo reciclarían por aquella blasfemia si alguna vez llegaban a enterarse de aquello. Sin embargo, su tono no había titubeado lo más mínimo ante la pronunciación de aquel terrible insulto para todas las Nobles de la ciudad. Ella en cambio, no pudo evitar que el castañeo tanto de frío como de miedo de sus dientes se filtrase en su voz:

-Qu-que-qué eres?-

-Qué? No qué, buena Seir si no quién sería la pregunta más adecuada.- 

De nuevo, la mecánica voz no vaciló en marchar el nombre de las Nobles de Megapolis. Das se preguntó qué clase de avería sufría aquella extraña máquina diseñada para matar y que sin embargo, parlamentaba. Nada tenía sentido. Ni aquel lugar desolado, ni aquella noche, ni siquiera ella misma, por más que lo había intentado, encajaba en un infierno que sustituía a todos aquellos que se negaban a encajar. El cómo había sobrevivido era un misterio que parecía reírse de ella, cuando hasta los más letales ingenios de Megapolis, concebidos con el único propósito de matar, se las arreglaban para no causarle daño alguno. –Al menos de momento-pensó.

-Sucede algo, Seir? Acaso tu biológico y limitado intelecto te está susurrando que huyas de mi creación? Si es así, ignóralo, no es una buena idea.-

De nuevo el tono jocoso y… una amenaza? Sin duda, el Centinela poseía los medios para aniquilarla en un instante. Y ella sabía que aunque pudiera empuñar la espada que yacía a sus pies, de qué le serviría?

-No de poco, la verdad.- susurró la voz cordial y tranquila en su mente.

-¿Eh?- pregunto Das sin querer en voz alta. En el tono del Centinela apareció la sospecha.

-Mis registros lógicos indican que esa contestación no está dirigida a mí. Con quien hablas Seir? Qué clase de comunicación no computable estás estableciendo? A quién estás informando? Quién se oculta tras tu inocente perfil de Diligente, anomalía genética? Responde o Muere.- M-12 no iba a correr riesgos por lo apuntó el disparo directamente a la cabeza de la anomalía.

-Ni lo pienses, querida. No puedes mentir, lo sabrá.-

-Quién es?- preguntó, esta vez mentalmente.

-Pocos podrían inutilizar un Centinela… pero por su forma de hablar, solo se me ocurre un Noble que tenga acceso a un control tan preciso. Su nombre no importa ahora, pero si es quien pienso, tendrás que tomar la espada y luchar.-

-Es un Centinela!- exclamó ella, de nuevo en voz alta.

-Y tú eres algo mucho más poderoso que mil Centinelas. No tengas miedo, incluso los enemigos más implacables son vulnerables si posees el arma más poderosa de todas.-

-Un desintegrador?- replicó con sorna, de nuevo en voz alta.

-Casi, pero mejor, conocimiento, querida, conocimiento.-

M-12 disparó. Sin embargo Das ya blandía la espada y el haz de luz verdosa tañió de forma horrible cuando éste alcanzó el diáfano material desconocido que componía la hoja. Sin aguardar ni un instante, comenzó a retroceder colina arriba mientras M-12 se debatía entre el más absoluto horror y emoción. Más de medio millón de pulsos le había llevado diseñar el disgregador de esencia que portaban los Centinelas. En el extenso periodo de prueba, se había asegurado de que ningún material de las esferas pudiese resistir su poder. Incluso la impenetrable coraza escamosa de los malditos dioses dragón de la esfera de Tormenta cedía como bio-gelatina ante el haz concentrado. Era imposible que aquella anomalía genética pudiera desviar uno de sus impactos y continuar con vida. La concentración de Liliex era demasiado elevada para que cualquier ser vivo pudiese resistirlo!

Pero por otro lado, se encontraba sin duda ante el logro de su vida. De alguna forma, aquella anomalía poseía la clave para elevar Megapolis a cotas de desarrollo que M-12 solo podía soñar. Suponiendo que las llamas fuesen también obra suya, las aplicaciones posible para sus poderes eran tan limitadas como la capacidad de la mente que las imaginase. Y con más del equivalente a veinticinco millones de cerebros humanos en bancos lógicos a su disposición, la cantidad sería inagotable. Capturar con vida a aquella pequeña anomalía prodigiosa era primordial y no le cabía duda alguna de que, con sus poderes, sería imposible vencerla con un solo Centinela. Por ello, debía ganar la mayor cantidad de tiempo para que los dos Centinelas restantes alcanzaran su posición. Según los registros, se encontraban dando caza a un grupo de carroñeros atrincherados en un edificio. –Daos prisa! Esto es de importancia capital!- gritó para sus adentros antes de enviar un segundo disparo que la anomalía desvió con dificultad. Esta vez, al no poseer una base de terreno estable, terminó en el suelo y su extraña arma cayó a sus pies. El Noble aguardó a que la recuperara y cuando lo hubo hecho, amplió la potencia del Centinela para dos disparos simultáneos que hicieron volar por los aires a la criatura antes de caer en la pestilente laguna. El arma aterrizó en la orilla y M-12, preso de la curiosidad, se aproximó para observarla mejor.

-A qué juega?- se preguntó Das cuando su cuerpo se hundió en las frías y pestilentes aguas. La piel de trabajo, que no poseía propiedades impermeables, permitió el paso del agua y un frío innombrable le mordió los músculos mientras se arrastraba hacia la orilla. Para su sorpresa, el Centinela se elevó varios metros y le permitió recobrar de nuevo la espada antes de arrojarle un nuevo haz que esquivó de un salto antes de incorporarse y echar a correr en dirección al alto edificio ruinoso que dominaba la colina. M-12 gruñó para si cuando un segundo haz falló debido al errático trastabillar de la criatura. El tercero, de forma satisfactoria, ralentizó su avance y… regresó hacia él?

-Parece que quiere capturarte con vida.-observó la voz calmada con un deje de preocupación.

-Pero por qué?!-

-Conoces esta ciudad tan bien como yo, querida, sabes muy bien que para nada bueno.-

Das gruñó en respuesta antes de tropezar con un fragmento metálico oxidado y esquivar, de alguna forma, una nueva ráfaga. Sin perder tiempo ni prestar oídos a los gritos de sus miembros, reanudó el ascenso mientras rogaba a todas las voces que le prestaran su ayuda. De todas las muertes, ser desintegrada por un Centinela era la que menos deseaba.

-DISERB- contestaron todas las voces a un tiempo, incluyendo, de alguna forma la suya propia.

Alzó la hoja, inundada de un poder y una confianza nunca antes sentida y cuando el Centinela disparó, una traviesa sonrisa salvaje que no le pertenecía dio  a M-12 la capacidad de reacción suficiente como para esquivar parcialmente su propio disparo.  Parcialmente no fue suficiente.

El haz regresó con un extrañó zumbido y se estrelló contra una de las caras del Centinela. M-12 accionó justo a tiempo el escudo, que recibió la mayor parte del impacto con un sonido similar al de un gong. El impacto escoró la levitación y comenzó a perder altura mientras cientos de protocolos y avisos estallaban en los sistemas de reflexión automática que hacían las veces de mente del Centinela. Un 45% de los sistemas, incluyendo el disparo, la levitación, comunicaciones y defensa, habían sido dañados de forma irreparable, por lo que, por primera vez en la historia de Megapolis, los más letales agentes de la ciudad habían sido derrotados.

Silencioso como la muerte, el Centinela se desplomó sobre la colina con un metálico golpe sordo. Tras la obliterada superficie lisa, una maraña palpitante de entrañas mecánicas azules emitían pequeños chisporroteos y pitidos agónicos que parecían contrastar con las luces cada vez más brillantes de la consola central: una miríada de azules ojos inhumanos que parpadeaban a gran velocidad, ciegamente. –Increíble- susurró conmocionado M-12, aunque con los emisores de voz destrozados, solo profirió un gemido sordo. Con consecuente lentitud dado su estado, trató de reactivar los controles de levitación del ingenio, sin embargo, como constató segundos más tarde, el Centinela estaba fuera de cualquier tipo de reparación. Lo único que todavía podía hacer era activar el protocolo de autodestrucción que había implantado por si algún día se producía un caso como aquel. Tentado, jugueteó con la idea, pero tras unos instantes de indecisión, se contuvo. A pesar de que la muerte de la anomalía genética en aquel momento resultaba una justa retribución por todos sus crímenes, la muerte del Centinela significaría su propia muerte. Y aunque eso no significara nada, si caía, nadie sabría la verdad acerca de aquella anomalía genética que tan astutamente se camuflaba entre los Diligentes. Analizando sus actos, la tasa de Divergencia de 998947424 resultaba la más alta de toda la ciudad en ciento sesenta millones de pulsos. Es decir, desde el inicio de los registros de la actual Megapolis. Lo que en consecuencia, transformaba a aquella criatura en el mayor peligro al que la ciudad se había enfrentado nunca. 

Y si él, la mente más privilegiada de Megapolis, caía, nadie sabría nunca la amenaza que 998947424 representaba para la ciudad. Por todo ello, se contuvo y se obligó a hacer caso omiso de los registros que indicaban que la vida útil del Centinela se contaba en minutos. Tenía cosas importantes que averiguar.

-998947424…- susurró, con una voz metálica que semejó un largo maullido agónico.

Al principio, la criatura permaneció inmóvil, con los verdes ojos desorbitados mientras asimilaba las consecuencias de lo que acababa de suceder. M-12 se permitió una imaginaria sonrisa, tal vez funcionara después de todo.

-998947424…- volvió a susurrar con la voz más clara que pudo conseguir. El sistema de reflexión automática del Centinela falleció en silencio y la oscuridad comenzó a nublar sus acciones. Le quedaba poco tiempo antes de sufrir el mismo destino.

-9989… Daszia Talia…hija mía…-

La criatura dio un respingo y M-12 se preguntó si la voz emularía los registros de aquel Diligente que en La Ensoñación había caracterizado el papel de progenitor de 998947424. Por su propio bien y el de toda la ciudad, esperaba que sí.

La maltratada voz del fallecido padre de Das la golpeó como un martillo y ocultó cualquier advertencia de las voces con un muro de esperanza y miedo.

-Das! No!-

-Es una trampa, niña estúpida!-

-Querida, es todo un truco!-

Pero no pudo o no quiso prestar oídos a nada de lo que se encontrase al otro lado del muro. Para ella, aquella voz que había surgido de las humeantes entrañas del Centinela, constituía el mayor de los misterios. Y a diferencia de los otros, estaba férreamente decidida a resolverlo.

-Appan?- susurró con voz enronquecida por las lágrimas- Abhin?-

-Daszia… mi pequeña Valenta… no tengo tiempo para…-

Aquellas palabras, tan bien escogidas por M-12, ejercieron un efecto devastador en la agotada psique de Das, que con una docilidad rayana en la estupidez, se arrodilló sobre los escombros, embelesada por la mortecina y aplastada voz del Noble, que comenzó a ejecutar su plan de forma frenética mientras la automática voz señuelo acunaba a Das de forma aberrante.

-Mi pequeña Valenta… has llegado muy lejos… mucho más de lo que Abhin… y yo… esperaríamos…-

-…-

-Has cumplido como has podido y has cumplido el deseo por el que Abhin y yo sacrificamos nuestras vidas: que tú sobrevivieras.-

-…-

-Abhin y yo… estamos muy orgullosos de ti…pero debo preguntarte… qué es lo que pretendes mi pequeña Valenta?-

-…-

En el interior de la mente de Das. Tenía lugar una batalla.

La voz cálida y profunda, fiel a su promesa, perseveró hasta atravesar el muro, hallando una brecha creada gracias al instinto más primario de supervivencia de Das. Con alas de llamas azuladas y cuerpo de Centinela, atravesó una a una todas las defensas de Das, empleando el miedo y la extrañeza como arma evasiva, hasta que alcanzó el centro del torbellino, donde Das era azotada por los falsos recuerdos generados por La Ensoñación. La voz, aterrizó a su lado pero ella no se inmutó, absorta en las terribles vivencias del pasado.

-Todo fue culpa mía- susurraba una y otra vez.

-Tonterías. Nada de eso fue cierto.- replicó la voz. Pero ella no dio señas de escucharla. La voz la abofeteó con ira con las alas, lanzándola al suelo de unas oníricas e irreales Costas del Fin. Ella se incorporó, aturdida, antes de preguntar con voz quebrada:

-Qué quieres decir?-

La voz cálida titubeó antes de responder. La verdad, sin lugar a dudas, destrozaría a Das y quién sabe entonces lo que podría suceder. Deseó que en aquel momento, Ossa estuviera allí, ella era mucho más predispuesta a la mentira y el engaño, como ya había demostrado. –Le contaré una parte de la verdad- decidió.

-Esa máquina no es tu padre, Das. Eres víctima de una trampa.-

-Una trampa? Quién podría saber cómo me llamaba Appan cuando nadie podía oírnos?!- replicó con furia.

-Alguien que se oculta en lo más profundo de la máquina.-

-Quién?!- aulló.

La voz se permitió otra mentira.

-Su asesino-

Das aulló. Pero no como lo haría un humano, si no como una bestia herida e iracunda en su último estertor. El torbellino de recuerdos comenzó a agitarse y la más negra de las iras tiñó su cuerpo y su mente de un calor infernal que obligó a la voz a perder su forma mental para convertirse en poco más que un susurro. Como si lo adivinara de alguna forma, Das preguntó.

-Como sé que no mientes?-

-Por qué iba a hacerlo?- No hubo respuesta y la voz sintió como el plano mental hervía y se desdibujaba en una maraña magmática de ira y dolor. Para su sorpresa, el recién llegado hizo acto de presencia y habló con una astucia y calma que contrastaba de forma grotesca con el carácter de aquellos parajes.

-Querida, hay una forma de saber si es tu padre en realidad o si se trata de quien me temo.-

La voz se sorprendió, el recién llegado había logrado crear una pequeña espita blanca de curiosidad en la creciente marea de odio que conformaba ahora la forma mental de Das. Sin aguardar la respuesta, la voz continuó.

-Hazle lo mismo que me hiciste a mí. Libéralo de su tormento. Purifícalo. De esa forma, sabremos la verdad. Creo… no. Sabes que esa es la mejor opción.-

Y era cierto. Ella lo sabía. En el fondo, lo sabía.

-Appan- susurró con la voz anegada de una extraña mezcla de lágrimas y odio – perdóname-

Tomó la espada y la hundió en lo más profundo de la mente de M-12.

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