La despedida de Los Errantes.

Los temblores del vientre se disiparon... las imágenes impresas en la negrura, poco a poco, se difuminaron a la misma medida que recobraba una conciencia más plena. La aprensión... se borró de un plumazo y un intenso picor en mi nariz me forzó a abandonar la inmovilidad y rascarme. Permanecí unos minutos jugueteando con la ilusión óptica de las formas en la penumbra...

Letras, Números, Patrones Desconocidos, Órdenes inconexas y un blanco imposible en el más puro gris... y de pronto, Plum!. Una puerta marrón muy similar a la de mi entrada, que se abre. Y un montón de figuras trajeadas salen de mi casa (Mi mente) despidiéndose de mi:

-Ha estado bien.../Si/Un trabajo magnífico/Sin duda/ Bueno, muchacho, hasta otra/

Parece que la puerta va a cerrarse, y soy presa del pánico, sus rostros abstractos ondulan y no puedo evitar mantner la puerta abierta y preguntar...

-Quienes sois?    -Somos Los Errantes.

Y una nueva pregunta florece en mis labios.

-Perderé mi imaginación? Es su final?

Y entonces, uno de ellos, abstracto y de traje de manchas mutantes y húmedas, sin corbata ni pajarita, con una lengua pendiente de una mancha blanca en su centro, se acercó hacia la puerta y dijo:

-Muchacho, ese es y siempre será el motor de tu existencia....

Tras esto, la puerta se cerro y una luz dorada junto con el sonido de un mecanismo sellándose inundó el espacio. Supe entonces que algo había pasado de nuevo, algo que no podía ser otra cosa que un paso adelante. Con un suspiro y agradeciendo a mi gato toda su ayuda, abrí los ojos.

La realidad, seguía allí. Intacta.

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