Das (3)
Espada.
Los filamentos la envolvieron por completo, atravesando con
su minúsculo aguijón la blanca piel de la anomalía y depositando pequeñas
cantidades de toxina paralizadora en lugares selectos de su cuerpo. Con un
nuevo empellón, la masa principal aterrizó en el suelo y comenzó a palpitar de forma
frenética tratando de alcanzar la comida. –Es mía!- aúllo Shaladanh con un potente grito mental que hizo
encogerse a la criatura. Los filamentos arrastraron con suavidad a la anomalía
hasta el agujero, momento en el que Shaladanh comenzó a ascender por el
orificio con calma. Primero surgieron dos pares de finas y gruesas patas
blanquecinas de aspecto cristalino. Los filamentos se retiraron y el orifico comenzó a dilatarse hasta doblar
su diámetro original. Un solo ojo verdoso se elevó y enfocó durante unos
segundos a su presa, comprobando si comprendía peligro alguno. Satisfecha, un
gruñido de monstruosa aprobación surgió del orificio mientras los filamentos
envolvieron de nuevo a la anomalía y la arrastraban por el orificio que conducía a la cámara de
digestión.
Pero ella no contempló como los filamentos la introducían
con suma delicadeza en la pronunciada pendiente que partía del orificio a la
cámara de digestión, donde un impaciente Shaladanh aguardaba chasqueando sus
mandíbulas la llegada de la Ofrenda. Tampoco pudo apreciar el suave brillo que
comenzó a emitir la espada cuando su cuerpo desvanecido cayó a los pies de
aquella criatura de pesadilla que se hacía llamar ´´Noble``. Y en su gran
impaciencia, él tampoco reparó en el tenue brillo azulado que desprendía el
extraño objeto que portaba la Ofrenda en su cintura. En su nefasta impaciencia,
no reparó en el extraño brillo que se extendía en suaves olas de luz azulada,
cubriendo el cuerpo de la Ofrenda en una iridiscencia perturbadora. Pues toda
su atención se hallaba centrada en la interrogante de a qué sabría una Anomalía
Genética de tales características.
-He probado muchos tipos de Ofrendas distintas- reflexionó
mientras amputaba limpiamente con una de sus afiladas patas la mano izquierda
de Das de forma distraída. La sangre roja comenzó a manar libremente sobre el
verdoso suelo de la cámara de digestión, formando pequeños riachuelos. Ella no
se movió – Pero no recuerdo ninguna tan horrible como esta. Demasiado pelo. Demasiado colorido. Tal vez si
me lo como por separado… - Con un rápido
movimiento, más de la mitad de la larga melena llameante de Das se introdujo en
la enorme cavidad bucal del noble. – Mmmmmm… esto no está nada mal. ¿Por qué
hacemos que los diligentes nazcan calvos? ¡Si todos los pelos saben igual de
bien estamos cometiendo un enorme error culinario!- Decidió en ese instante que
presentaría una propuesta para corregir semejante desperdicio en el próximo
consejo nobiliario. – ¡Eres deliciosa Ofrenda 9989474242! ¡Simplemente magnífica!-
rugió Shaladanh alegremente. –Me pregunto si tu sangre será tan deliciosa como
tu pelo. Vamos a comprobarlo.- decidió antes de clavar uno de sus zarcillos
lumbares en el vientre de Das. El blanco filamento se tiñó de rozo mientras el
preciado líquido era degustado por el Noble, que se sacudió de placer antes de
sentenciar: -¡Es lo mejor que he probado en mi vida! ¡Ambraí! ¡Sublime!-
Proclamó antes de inyectar todos sus zarcillos lumbares en el cuerpo de la
joven. Si algo siempre caracterizó a Shaladanh fue su gran impaciencia.
-¡Oh querida!- susurró – Te agradezco desde lo más profundo
de mi ser el que te hayas Ofrecido a mí. Sería un grave desperdicio que
terminaras tus días en la Cuna Amarilla o Filacterizada por algún codicioso
noble de rango inferior. – Gruesas lágrimas verdosas comenzaron a rodar por el
único ojo del noble. Una esfera verdosa sin mácula. – Pero tú… tú has decidido
demostrar tu lealtad… y te has entregado a tu señor… y tu señor no puede
estarte más agradecido… 9989474242…
haces que me conmueva… todos deberían tomar ejemplo y rematar sus miserables
vidas entregándose a su poderoso señor… - Un estremecimiento recorrió el cuerpo
del Noble, que retiró los zarcillos lumbares y se reprendió con severidad en
voz aullante –Pero donde están mis formas?! Donde están mis buenas formas?!
Acaso soy un animal sediento de sangre que termina de comer sin hacer una sola
pausa para saborear lo ingerido? Ahhh, me disculpo de todo corazón querida
Ofrenda. – El noble sacudió el pedúnculo ocular que pendía en lo alto de su
abombada cabeza y agitó las patas con furia, en un gesto similar al de una
mantis religiosa, antes de continuar con tristeza: –La verdad, me disculpo. No sé qué me ha
pasado pero… tu sangre… tu pelo… son
como una droga… son como Ambraí… me pregunto si tu carne… no te importa que
pruebe un poco de tu carne no? Sólo un trozo pequeñito... que me dices, eh?
Ella, como cabría esperar, no contestó. Pues no sólo estaba
muerta, si no que su mente, su espíritu, su ser… ya no habitaba Megapolis. Ni
siquiera se encontraba ya en las seis esferas de Xoregan. El lugar al que había
viajado segundos después de perder el conocimiento, se hallaba más lejos que
las más remotas estrellas contemplables desde La Torre Órgula, más allá de los
bordes elementales que franqueaban las divisiones entre mundos. Mucho más allá…
tanto en el espacio, como en el tiempo.
Se hallaba de nuevo, en aquel antiguo lugar surgido del
sueño. Ante aquella gran caída bajo la cual, la infinita extensión líquida
cantaba versos incomprensibles con una solemnidad incontestable. Esta vez,
estaba sola. Y ya no era una efigie inmóvil, como tampoco era una joven de
cabellos de fuego y ojos rebosantes de miedo. ¿Qué era? ¿Qué podría ser aquella
criatura de rasgos extraños en la cual se encarnaba? La larga cola plateada,
cubierta de gruesas escamas que brillaban bajo la luz del eterno crepúsculo que
parecía hechizar aquel lugar. Largos cuernos retorcidos y una lengua bífida que
le proporcionaba mucho más información que su lengua habitual. Con aquella era
capaz de probar el aire salado, de captar y degustar colores imposibles para
ella como aquel azul nocturno previo al anochecer. Agitó las largas
protuberancias que crecían en su espalda, sintiendo el fuerte viento con un
estallido de placer. Sentía una imperante necesidad de arrojarse al vacío y de
alguna forma desconocida, remontarse sobre este para surcar los cielos. Con la
firme y pura intención de descubrir que había más allá…
-¿Es bonito verdad?- interrogó
una voz incorpórea de timbre grave surgida de la nada. Ella sintió como su
corazón se aceleraba. Conocía aquella voz. En otra vida, en otro sueño… pero en
aquel mismo lugar. Ya habían tenido contacto antes.
-¿Dón- dónde estoy?-
preguntó con voz temblorosa.
-En el principio. Que no es el final.
Aunque ya hubo algo mucho antes. Estás en las Costas del Fin.- respondió.
-N-n-no lo entiendo… -
-Tampoco yo-
-Estoy mu-
mu- muerta?- gruesas lágrimas saladas rodaron por sus mejillas.
-En Megapolis parece ser que sí. Ese
monstruo te ha arrebatado demasiada sangre.-
Das se derrumbó, incapaz de articular palabra. Presa de una
mezcla incomprensible de alivio y horror. ¿Realmente había terminado su tormento? ¿Realmente había logrado escapar
de Megapolis? Y si era cierto, ¿Era este lugar mejor que Megapolis, o su
belleza no era más que una bonita fachada tras la que se ocultaba un tormento
todavía mayor?
Sin embargo, abandonó este razonamiento al contemplar de
nuevo el hermoso paraje. Los altos acantilados de piedra gris cubiertos de
vegetación que se precipitaban hasta la caída sobre aquel extraño líquido. Que
sensación más extraña causaba en su ser el dejarse llevarse por aquel suave y
sordo sonido que denotaba al mismo tiempo gran fuerza y delicadeza. Lentamente,
giró su gran cabeza para contemplar como la extensión se prolongaba hasta donde
alcanzaba la vista, y posiblemente, como alcanzó a deducir poco después, mucho
más allá.
-Con calma Das- le aconsejó
la voz al ver como se incorporaba para aproximarse al borde del acantilado.
Ella hizo caso omiso de sus palabras mientras, hipnotizada,
caminaba usando sus cuatro fuertes patas hasta alcanzar el mismo borde del acantilado.
Contempló maravillada, como el sonido provenía del extraño líquido azulado que
se tornaba blanco al estrellarse contra las partes bajas de la estructura
grisácea. Lo consideró enormemente hermoso, y a pesar de que cualquier
estructura obsoleta en Megapolis era considerada una aberración, a ella le
pareció que aquella era la estructura más hermosa que jamás había contemplado.
Súbitamente, fue asaltada por terribles pensamientos: -¿Cuantos campos de seda
se utilizaban para mantener aquella BEAE? ¿Cuantos seres inocentes entregaban
su vida para mantener aquel fluir constante? ¿Sería ella uno de esos seres y
todo esto no era más que una elaborada trampa para que se arrojase a la BEAE
fluctuante? ¿Acaso no sería esta una nueva versión de los campos de seda en
lugar de una BEAE? ¿Qué clase de monstruo podría mantener aquel campo de seda
con aquel aspecto? ¿Sería la voz cálida el dueño de los campos de seda?
Tal vez la voz pudiera escuchar los pensamientos de Das,
pues en ese momento, notó como la voz retumbaba en su mente.
-Me hieres Das…-
-¿Quién eres tú?-
-Soy lo que y quien siempre he sido…
un amigo.-
-¿Un Amnigo?
¿Qué es un Amnigo?-
La cálida
risa de la voz retumbó en su cabeza.
-Amigo, amigo. Aammiigoo. Un amigo.-
Tristemente, Das no había oído aquel vocablo en su vida. Y
es que en un lugar como Megapolis, semejante palabra no hallaría significado
jamás. Lo que para nosotros puede parecer tan sencillo y natural como la
amistad, resultaba un concepto totalmente alienígena para cualquier habitante
de Megapolis. Ya que las relaciones e interacciones eran vistas con
desaprobación si no como pena imputable de vagancia y ocio. En la zona 120, existía
una normativa más relajada que en la zona industrial y sin embargo, todo se
reducía a un par de máquinas expendedoras de alimentos y bebidas, en las que el
silencio y las miradas esquivas eran la mejor actitud posible. Das recordaba
con espantosa claridad como una diligente compañera suya en la escuela
profesional había manifestado muestras de deseo de entablar una relación
sociable con un par de compañeros. Uno de ellos, 99899908767, compañero de
cuarto de Das. Das recordaba muy bien que había sucedido con 99899908767 y los
otros dos diligentes… lo recordaba muy bien.
Una caricia, un par de sonrisas y una pregunta. Aquel había
sido el abominable crimen perpetrado por los tres niños en un mundo que no
podía concebir la naturalidad de un acto tan simple y puro como el
agradecimiento. Recordaba la cabeza del Instructor dando vueltas sobre sí
misma, recordaba como con voz cavernosa, los tres habían sido expulsados de la
escuela profesional y más tarde, ejecutados por los Centinelas, acusados de
vagancia, ineficiencia y obsolescencia auto adquirida. No hubo juicio ni
titubeo alguno. No hubo lamentos ni protestas. Ni tan siquiera se les concedió
el derecho del recuerdo. Sus nombres fueron suprimidos y un nuevo compañero
ocupó el lugar de 99899908767. En apenas un par de días, nadie recordaba el
incidente. Si alguien les hubiera preguntado, todos habrían negado conocer la
existencia de los tres expulsados. Aunque nadie les preguntó, porque el asunto
no había traspasado los muros de la escuela profesional. El propio Instructor,
con su cuerpo mecánico y su corazón de Lyf, no dudó ni un solo segundo en
ejecutar la sentencia. ¿Y por qué iba a hacerlo? Nada en su programación
dictaba que su conclusión fuera incorrecta y el razonamiento empleado era mucho
más simple de lo que pudiera parecer. Esta fue la pauta lógica empleada:
-Actividad disonante localizada en Diligente.
-Actividad disonante puede mejorar la productividad del
Diligente? Negativo
-Actividad disonante puede reducir la productividad del
Diligente? Afirmativo
-Actividad disonante puede perjudicar la productividad de
otros Diligentes? Afirmativo.
-Actividad disonante es identificada como actividad
Peligrosa.
-Es posible anular la actividad disonante? Afirmativo
-El coste temporal es elevado? Afirmativo
-El coste de recursos supera el valor del Diligente?
Afirmativo.
-Actividad de corrección no productiva. Inviable.
-Solución recomendada para esta ocasión… Captura y
Reciclado.
-El balance de recursos es neutro. Aplique soluciones.
Y de esta forma se decidió el destino de tres almas cuyo
único crimen fue el comportarse como los seres humanos que un día fueron sus
ancestros. Manifestado en un simple gesto de cariño y una maldita y anacrónica
pregunta:
-¿Estás bien?
Das recordaba muy bien como aquel ´´¿Estás bien?`` había
roto el recital de las 118 formas de saludar al noble Philida. Como aquellos
pasos condenadores…
-Das… ¿estás bien?-
Las lágrimas afloraron de nuevo a los ojos de Das con
aquella inocente pero demoledora pregunta. Casi podía regresar de nuevo a la
escena en la que 99899908767 había trastabillado, probablemente a causa de los
escasos nutrientes con los que los alimentaban mediante capsulas. A veces, uno
recibía capsulas que no contenían nutrientes, si no otras cosas, cosas malas
que te hacían caerte al suelo a causa del mareo o que te obligaban a justificar
tu falta de productividad a causa de la fiebre. En la zona 120 las llamaban
´´parsas``, porque nada las distinguía del resto de capsulas grises que
consumían los Diligentes. Era una ruleta que normalmente tenía desenlaces
fatales, pues mareos y fiebre solían ser solamente el principio. Pronto
llegaban las manchas y los ojos rojos, las convulsiones, las hemorragias… todo un nutrido abanico de síntomas que no
tardaban en condenar a la víctima al exterminio. Pues sólo los sujetos sanos
eran aptos para ser reciclados. Y aunque 99899908767 probablemente habría
muerto meses después a causa de las ´´parsas``, ella recordaba como aquella
compañera de número ya olvidado había abandonado la fila para ayudar a
99899908767 a incorporarse de nuevo. Segundos más tarde, el compañero siguiente
a 99899908767 había pronunciado de forma casi inconsciente aquella pregunta
condenatoria que sería determinante en la insensible decisión lógica del
Instructor.
-Estás bien?/Estás bien?- ella no pudo o tal vez no supo responder. Al
fin y al cabo era la segunda vez que esas palabras golpeaban sus oídos.
-Das… estás bien?- inquirió
la voz de nuevo. Y aunque ella no entendía el significado de aquellas extrañas
palabras cargadas de poder, se las arregló para responder con un gruñido sordo.
Ahora ante ella, los Centinelas irrumpían en la entrada de la escuela
profesional, en busca de los tres Diligentes defectuosos… a los que se
limitaron a eliminar sin júbilo ni pena. Una pieza más defectuosa en la gran
maquinaria de la gloriosa Megapolis.
-Das. Deja atrás esos recuerdos tan
desagradables… deja atrás lo que ha pasado… aquí, en este santuario, nada puede
hacerte daño. Vamos… abre los ojos… poco a poco, eso es… con calma… regresa…
tómate un respiro… contempla el
mecanismo de relojería que señala el final de los tiempos… contempla El Mar…-
Aquella última palabra, de carácter y significado casi
infinito, resonó en su mente, quebrando en mil pedazos a los Centinelas
ejecutores, inundando por completo la escuela profesional de la zona 120 y
sepultando Megapolis entera bajo un manto de algas y óxido. Extasiada, abrió
sus ojos rasgados y contempló aquella extensión líquida cuyo poderoso nombre
amenazaba con barrer los cimientos de su mente, arrastrándola con la marea más
allá del crepúsculo eterno, más allá del tiempo y el mismo Universo… hacia las
inmensidades protectoras donde anidan los Elementales más antiguos… ella
entrevió el nombre de aquel lugar. Fue capaz de vislumbrarlo en el límite de
las aguas, mucho más allá de Las Costas del Fin. Mucho más allá de cualquier
atisbo de cordura que pudiera usar para regresar. Y precisamente por ello,
contempló, temerosa y embelesada a un tiempo, como el nombre de tal
emplazamiento se desvanecía en las remotas profundidades…
-Das… ya es suficiente… regresa…
tenemos labores que atender… -
Ella, atrapada por las aguas, no pudo escucharlo
.
-Y muy poco
tiempo, añadiría yo- resonó una voz cruda, potente y suave a un tiempo.
Un par incorpóreas palmadas de gigante
resonaron sobre el acantilado antes de que la voz tronase de nuevo:
-Vamos muchacha!
Regresa a nosotros! Regresa a Las Costas! Despójate del abrazo del mar! Todavía
no ha llegado tu tiempo!-
No pudo ignorar esta voz, que a pesar de resultar
aterradora, la atraía como una polilla es atraída a la llama. Con gran pesar,
abandonó el abrazo de las olas y regresó al extraño cuerpo en el cual se había
encarnado. La voz cálida y la voz aterradora discutían.
-No has
debido Invitarla a ver el mar. No tiene fuerza suficiente para resistir
semejante canción-
-Está de vuelta ¿no? Tiene mucha más
fuerza de la que supones.- replicó la voz cálida con un deje de
irritación.
-Está de vuelta porque la he Llamado, ¡no por otra cosa! Y doy gracias al
Panda porque haya logrado resistir la resaca del otro lado. Te imaginas las
consecuencias!? Puedes dar gracias de que tu estupidez…-
-Mi estupidez?!- pareció
estallar la primera voz-¡No fui yo quien casi la mata
entregándosela a un ser que no tiene otra meta que la de devorar su corazón aún
latiente!
-No deberías hablar así de tu propio hermano- contestó la voz con
calma – Y mi
decisión era bien fundamentada y fue
aprobada por varios Visitantes de importancia…-
-Me importa muy poco lo que podáis
querer tú y toda esa panda de…-
-Mi consejo antes de que continúes… es que vigiles tu lengua… nuestra
viajera ha regresado y matarte delante de ella empañaría ligeramente nuestra
conversación-Su tono se suavizo un poco al dirigirse a Das-Presta atención
niña, pues esto que vas a escuchar es muy importante… si tu intención es navegar en tus recuerdos,
recuerda que no sólo existen malos momentos en tu interior… recuerda que hubo
tiempo más felices…- las
últimas palabras de la voz atronadora se perdieron en el viento.
-Hijo de puta…- susurró la
voz cálida de forma casi inaudible. –En fin… Das,
levántate… el tiempo se acaba…- la apremió.
Ella se alzó con
sorprendente ligereza, agitando aquellas extrañas protuberancias de piel que
surgían de su espalda. Tenía ganas de correr hacia el abismo y volar sobre el
mar, volar sin pausa ni destino alguno, hasta estrellarse con la enorme media
esfera anaranjada que flotaba por encima de las aguas. Con calma, tomó
carrerilla, dispuesta a sucumbir al desesperado deseo que devoraba su alma.
Pues sentía como cierto que aquel y no otro, era el único destino que le
reservaban los hados. Ignorando las imprecaciones de la cálida voz, presa de
nuevo del influjo del mar, avanzó, dispuesta a cumplir sus extraños designios.
Esta, comenzó a resonar en su mente, con un timbre urgente.
-Das! Ya basta! Tienes que luchar
contra el influjo del mar! No estás preparada todavía para esto!- ya se
hallaba al pie del acantilado- No! Das! No lo hagas! No
podrás volver jamás!- Con un potente salto… se arrojó al vacío y la voz
lanzó un aullido que heló sus venas.-Nooooooooooooooooooo!!-
Zum! (Agitó las alas, remontando el vuelo. Logró una
relativa estabilidad justo antes de dar con su cuerpo en las aguas. Jugueteó
con las olas, extasiada.)
Zum! (Era una sensación mucho más maravillosa de lo que
imaginaba. Era su destino. Surcar los cielos hasta alcanzar lo que aguardaba
más allá…)
Zum! (La luz comenzó a desvanecerse pero el crepúsculo
permanecía intacto. Las olas comenzaron a perder su brillo)
Zum! (No, comprendió al fin, la luz no se desvanecía, si no
que una oscura y gigantesca sombra se cernía sobre ella. Algo inmenso descendía
a gran velocidad.)
Zum! (Aterrada, perdió el control y dio con sus huesos en
las frías aguas. Hundiéndose sin remedio)
Zum! (No podía respirar y sintió que el mar la había engañado.
Como iba a cumplir su extraño destino si el mar la arrastraba cada vez más
lejos de los cielos? Sin duda, era un gran mentiroso.)
Zum! ( A su alrededor, brillantes seres se acercaban de
todas direcciones. Había pasado mucho tiempo desde que un ser de la superficie
cometiese la imprudencia de dar con su cuerpo en el Mar del Fin. Y todos sus
habitantes, sin importar especie o condición deseaban echarle un buen vistazo
antes de que las ignotas profundidades la reclamaran. A un distancia
prudencial, por supuesto).
Zum! (Sus pulmones pronto comenzaron a demandar aire. La
luz, se extinguió por completo, dejando solo las extrañas luminiscencias que
emitían los moradores del mar. Su visión comenzó a nublarse…)
Zum! (Algo inmenso quebró la superficie de las aguas y
cubrió a Das por completo. Debilmente notó como algo cálido la envolvía
firmemente pero con gran delicadeza. La oscuridad era total y en un principio, se preguntó si el mar en persona
había acudido por fin a reclamarla. )
Zum! (Fuese lo que fuese, no era el mar. Pues el descenso se
había detenido y ahora, una sensación de desplazamiento vertical seguido de un
mastodóntico rugido primario llenó por completo sus sentidos)
Zum! (Sintió de nuevo como el tan necesitado aire llenaba
sus pulmones y se preguntó qué clase de ser había conseguido rescatarla del
poderoso abrazo del mar y con qué horrible fin. No tuvo que aguardar demasiado
para averiguarlo).
Lo siguiente que sintió fue como la oscuridad desaparecía,
perdió pie en la cálida superficie y se precipitó contra la dura roca que aguardaba unos metros
más abajo. Trató de cubrirse con las protuberancias en un intento de amortiguar
la caída. Pero descubrió, con gran horror, que habían desaparecido y que lo más
remotamente parecido de lo que disponía no era otra cosa que su llameante melena
agitada por el viento. Un estallido sordo de dolor recorrió su rostro al
impactar contra las rocas y sintió el férreo sabor de su propia sangre antes de
que la oscuridad acudiese de nuevo a su encuentro.
…
Zum! (llegaba el
sonido desde algún lugar remoto.)
Zum! (trató de localizar la fuente de tal sonido, pero
estaba tan cansada… lo más sensato era dormir un poco y preocuparse más tarde
por la fuente de aquel sonido.)
Zum! (El sonido se intensificaba. Trató de dejarse arrastrar
por el sueño…)
Zum! (El sueño la rehuía. Trató de gritar pero descubrió que
sus gritos no podían imponerse a aquel sonido.)
Zum! (El volumen era ensordecedor y el mismo rugido primario
que había escuchado antes la forzó a abrir los ojos.)
Y deseó, durante unos instantes, que el mar la hubiese
arrastrado hasta las terribles e ignotas profundidades.
Pues ante ella, agitando unas protuberancias similares a las
que había poseído, pero cien veces mayores, se alzaba una gigantesca criatura
carmesí engendrada de la unión entre una pesadilla y un delirio febril. Unas
enormes alas similares a las de un murciélago sostenían en el aire un cuerpo
escamoso repleto de púas óseas y gruesas placas metálicas que surgían de forma
aleatoria hasta rematar en una bestial cabeza reptil provista de enorme
colmillos. El potente sonido, provenía de los majestuosos aleteos con los que
alzaba su gigantesca forma sobre el borde del acantilado. Dos poderosas patas
rematadas en afiladas garras se abrían y cerraban con un claro sonido mecánico. Y a pesar de su naturaleza bestial, sus
feroces ojos del tamaño de una cabeza humana,
denotaban una inteligencia mucho mayor de la que sus apabullantes
rugidos parecían indicar. Das reaccionó de forma instintiva e intentó alejarse
de la criatura arrastrándose con las manos,
pues sus piernas parecían negarse a responder, poseídas por un extraño
hormigueo que ascendía rápidamente por su estómago hasta dejarla totalmente
paralizada, aguardando con horror el desenlace de su fatal destino…
Zum! (Un nuevo rugido primigenio agitó el pelo de Das y
llenó de un hedor pútrido sus fosas nasales.)
Zum! (La criatura abrió las inmensas fauces revelando no
menos de cuatro hileras de dientes metálicos afilados como cuchillas. Dos
enormes colmillos naturales, similares a los de un gato dientes de sable,
componían la única pieza orgánica en aquellas fauces mecánicas surgidas del
sueño de un demonio.)
-Lo siento Das, ojalá pudiera ser de
otra manera- resonó la cálida voz en su mente con tristeza. Ella no pudo
contestar, fijos sus ojos en aquella hilera de cuchillas que se acercaba a toda
velocidad.
Zum! (Se produjo un chasquido espantoso. Una mancha carmesí
que más tarde se tornaría marrón, fue el único testimonio de lo sucedido.)
Y la Espada comenzó a arder.
…
En un principio, Shaladanh, totalmente extasiado por el
divino sabor y textura de la delicada carne Ofrendada, no reparó en las
pequeñas llamas azules que comenzaron a brotar desde el interior de la funda de
la espada hacia el exterior, como si de una fuente se tratase. –Ambraí…- no
cesaba de murmurar con su único ojo medio cerrado de júbilo. Acababa de
descubrir la cúspide del sabor y la textura perfectos. –Semejante descubrimiento-
reflexionó- no debe finalizar con ella. Sería un completo desperdicio y un
insulto a la mejor Ofrenda de mi vida.- parpadeó nerviosamente, sopesando las
opciones, completamente ajeno al hecho de que las llamas, cubrían ahora la
espada en su totalidad, extendiendo la combustión al inerte cuerpo al que yacía
unida. Vuelto de espaldas, el noble se debatía con sus zarcillos lumbares,
tratando de atraparlos para obligarles a expulsar una sola gota de sangre, pues
nada más necesitaba para honrar la memoria de la Ofrenda durante siglos. Los
zarcillos, se debatían y ondulaban a su alrededor, desesperados por evitar las
dos atrofiadas manos que humanas que surgieron de unos pliegues de carne
ocultos en su vientre. Aquel era el único vestigio que restaba del ser anterior
que había sido el noble Shaladanh, vestigio que ocultaba con vergüenza ante las
visitas y que en vano había tratado de suprimir. Aquel último resto era todo lo
que lo separaba de la ansiada perfección que tanto tiempo había ansiado
alcanzar. En su interior, sentía que le correspondía por derecho, tras haber
´´asimilado`` a sus débiles hermanos, elevar a la noble casa Loood hasta el
lugar que le correspondía. Y para hacerlo, era preciso borrar de su ser
cualquier rastro de impura humanidad que pudiesen portar sus células. El
trabajo casi estaba hecho, únicamente restaban aquellas dos atrofiadas extremidades
que lo relacionaban con un ser impuro e inferior. Finalmente, atrapó a uno de
los más torpes y lo estrujó hasta que una única gota de sangre manó del
delicado filamento enrojecido hasta golpear el suelo, donde el noble la
envolvió con sumo cuidado con una pelotita de carne procedente de la propia cámara
de digestión. Acto seguido, la engulló sin masticarla y se palmeó el vientre
satisfecho antes de ocultar de nuevo los vergonzosos vestigios. –Asunto solucionado-
dijo para sí mismo – y ahora que el sacrificio de esta Ofrenda no se perderá
con su consumación, yo diría que ya es de co…- no pudo terminar, ya que la
mayor incredulidad y asombro por lo que estaba completando ocupó por completo
sus pensamientos.
Al principio, Shaladanh pensó que la sangre de la Ofrenda
debía de contener algún tipo de alucinógeno extremadamente potente. Solo
aquello podía explicar cómo era posible que la exangüe criatura se hallase de
nuevo en pie… con el cuerpo cubierto por completo de llamas azules. Y empuñada
a dos manos, una chisporroteante barra de luz cegadora que parecía ondular de
forma hipnótica. –Sí, tiene que ser una alucinación- pensó Shaladanh totalmente
inmóvil- la sangre de esta criatura es venenosa y está distorsionando mi
realidad. Ya has pasado por esto antes.- recordó su época de abuso de
determinados estupefacientes como el ya desaparecido líquido P-12 o la siempre demandada
Ascensión J-5 y concluyó que aquella era la más fuerte de las sustancias que
había tomado en su vida, si hasta le parecía sentir como el calor emanaba de la
criatura. –Pero no existe- se tranquilizó – es solo un producto de tu mente,
nada más. Anula los estímulos y desaparecerá… o al menos, será sustituida por
otra distinta.- Y así lo hizo, anuló con una sola orden mental todos los
estímulos entrantes de su cuerpo principal y aguardó cinco segundos.
1… Aquella criatura no podía ser real. Era imposible
regresar de la muerte. Si el noble M-5 no lo había conseguido…
2… Primer corte. Un tajo ascendente que segó una de las
pinzas como si esta fuera biogelatina.
3… En la oscuridad, se maravilló de las múltiples cualidades
de la Ofrenda y se preguntó cuál de las partes sería la responsable del efecto
psicoactivo. Serían necesarios un par de experimentos para replicar la
sustancia.
4… Segundo corte. La segunda pinza es eliminada con un
fluido movimiento circular.
5… Comenzó a imaginar las enormes posibilidades del
descubrimiento. Gracias a aquella Ofrenda, tal vez la casa Looop podría reclamar
aquello que Shaladanh creía que le correspondía por derecho. Se imaginó
revelando al mercado aquella extraña sustancia psicoactiva y la nueva Ambraí y
permaneció un par de segundos más… fantaseando con los enormes beneficios.
6…Tercer corte. Una de las finas patas es amputada por la
mitad con un nuevo corte.
7… Shalandanh decide que la ilusión ya debe haberse
desvanecido. Impaciente, activa la recepción de todos los estímulos a un tiempo…
y su mente es aplastada por el dolor.
Un rugido brota de su boca e instintivamente utiliza sus
afiladas pinzas torácicas para despedazar a la criatura, que no sólo no ha
desaparecido, si no que ahora se encuentra a menos de un metro de su cuerpo principal.
Nuevas corrientes de dolor abrasador estallan en su mente acompañadas de un
horrible hedor a carne quemada. Con horror, el noble repara en que la criatura
ha cortado ambas pinzas e incluso una de sus patas, los muñones sangrantes por
lo que manaba una sangre espesa y oscura, han sido completamente cauterizados
por la abrasadora temperatura que desprende la criatura. – Esto no puede estar
pasando. – pensó horrorizado –¡Esto no es real!- rugió perplejo. Sin embargo,
todo su cuerpo le instaba a huir y refugiarse lejos del alcance de aquella
ardiente criatura. Cuarto corte y con él, la segunda fina pata de Shaladanh fue
segada por la mitad. Con un aullido, el noble trató de alejarse de la criatura
utilizando las dos patas traseras restantes, su único ojo verdoso se retorcía y
con mucha dificultad, logró anular los estímulos provenientes de sus heridas.
La criatura continuaba avanzando lentamente y a cada paso,
un olor a carne chamuscada era despedido por la membrana rojiza viscosa que
conformaba la cámara de digestión. Shaladanh podía oír perfectamente los
quejidos y lamentos del nódulo central que yacía decenas de metros más abajo,
conformando el centro neurálgico del Complejo Medusa. Vencido por la
impaciencia y la lentitud de su avance, su único ojo abandonó a la de la
criatura para averiguar a qué distancia se encontraba la pared de la Cámara de
Digestión. El júbilo que sintió casi le
hizo tropezar. Apenas se encontraba a un metro de distancia de su salvación.
Podía conseguirlo, podía conseguirlo, ya era capaz de ver las finas aberturas
que componían su ruta de escape…
Y de pronto ya no pudo ver nada más.
Con el quinto corte, el pedúnculo que sostenía el ojo de
Shaladanh fue segado en dos y cauterizado en un instante. Su cuerpo trastabilló
y un espantoso rugido emanó de la lastimosa criatura que trataba de arrastrar
su enorme masa de forma desesperada hacia la pared de la estancia. Tras el
corte, el malherido noble perdió el equilibrio, cayendo espalda arriba donde
permaneció como un grotesco escarabajo, agitando enérgicamente sus afiladas
patas restantes. Al aproximarse, los zarcillos lumbares atacaron de forma
desordenada e instintiva, siendo carbonizados antes de que llegasen siquiera a
rozar su carne. Sexto corte y una de las patas del noble perdió su unión para
caer al pie de su cuerpo, agitándose espasmódicamente.
-¡Espera!- proyectó mentalmente.- ¡Aguarda, te lo suplico!-
Con el séptimo corte, la agonía recorrió de nuevo el cuerpo de Shaladanh al
perder su última pata. Desesperado, atacó la mente de la criatura con los
arpones mentales más fuertes que fue capaz de proyectar. Y para su inmenso
horror, no encontró mente alguna a la que dirigir su ataque. Únicamente halló
una impenetrable barrera del odio más visceral y primitivo que había visto
jamás. Aterrado, trató de cortar todo
contacto, terriblemente consciente de que permanecer en presencia de aquella
barrera de odio demasiado tiempo podría acarrearle un destino mucho peor que la
muerte.
Octavo corte. Una agonía espantosa invadió la mente del
noble Shaladanh cuando la criatura empaló el filo de espada hasta hundirlo en
el suelo. Incapaz de moverse, se debatió entre alaridos, tratando de alcanzar
con sus grandes mandíbulas el ardiente rostro de la criatura culpable de su
ruina. Él, Shaladanh Looor, un noble de pleno derecho y señor de la sector 120
de la zona, derrotado por un ser inferior, una anomalía genética diligente que
había enloquecido y se había vuelto contra su poderoso señor… Impensable! Si su
padre le viese, habría temblado de indignación y lo habría abofeteado. Claro
que tampoco tenía mucho importancia, pues había sido él quien había derrotado y
´´asimilado`` a ambos progenitores con la intención de tomar el control de la
familia Looor. Se suponía que había llegado su momento, se suponía que él
devolvería la gloria a la familia y restauraría su antigua posición honorífica
en el consejo nobiliario… no era justo… aquello no podía ser el final… aquel no
podía ser su destino…
Y para su inmenso horror, una antigua y poderosa voz,
potente como el trueno, resonó en su interior, arrebatándole el derecho de la
muerte.
-NO ES TU DESTINO… ES MI
SENTENCIA…-
La mente de Shaladanh se debatió como un pez agonizante en
una red, tratando de escapar a la extraordinaria influencia que ejercía sobre
el aquella hoja de luz que había supuesto su fin. Pero era demasiado poderosa y
no tardó en engullirlo por completo. Desde el otro mundo, las más de 5.000
víctimas Ofrecidas al noble a lo largo de toda su vida prorrumpieron en un
rugido de aprobación.
La llameante criatura extrajo la hoja del vientre del
cadáver ya inmóvil y arremetió contra las paredes de la cámara de digestión. Al
cuarto golpe, las paredes comenzaron a temblar de forma espasmódica pero
continuó profundizando en su interior hasta que estuvo satisfecha. Las azuladas
llamas comenzaron a calcinar la cámara y la criatura ascendió por el conducto
abriendo un camino ascendente por entre la materia mucilaginosa que componía la
BEAE conocida como Complejo Medusa. Con cada nuevo corte, intensas llamas
azuladas prendía en la materia, que se contraía en un inútil intento de huir.
De nuevo en el centro directivo, cientos de zarcillos trataron, sin suerte, de
inyectarle de nuevo el agente paralizador. La masa principal, tal vez iracunda
por la muerte de su Centro Directivo o quizás simplemente por instinto,
arremetió con furia inusitada contra la criatura a la que le bastó un solo tajo
para partirla por la mitad, revelando un asqueroso interior grisáceo cuajado de
extraños orgánulos. El infierno de la Cámara Digestiva rebosaba ya el orificio
y comenzaba a extenderse por la estancia. Lentamente, la criatura ascendió por
escalinata, deleitándose al contemplar como las llamas consumían por completo
el interior de la BEAE. En cada uno de los veinte niveles que fue encontrando
realizó un profundo tajo para facilitar el trabajo al infierno desatado en las
profundidades. Para cuando alcanzó la azotea, las llamas casi habían alcanzado
el Nódulo Central y la estructura entera se sacudía de terror, anticipando lo
que pronto sucedería.
Desde la azotea conformada por una gran explanada de más de
un centenar de metros cuadrados la criatura contempló la inmensidad que
conformaba Megapolis. Tras ella, convirtiendo el gran Complejo Medusa en un
juguete, La Gran Caldera se alzaba como una monstruosa puerta al infierno y más
allá se podía oír el infernal sonido producido por Las Fábricas de la zona
industrial. En dirección Oeste, la enorme extensión baldía conocida por todos
como Ciudad Muerta, último destino de Das y ahora a su alcance. Hacia el este, la
zona roja, también conocida como la zona servicial, donde todos los sirvientes
de los nobles eran instruidos en las escuelas profesionales. Y finalmente, ante
ella, la ciclópea torre central desde la cual los nobles gobernaban Megapolis.
Cúspide de la evolución y centro neurálgico de la ciudad. En esa última
dirección señaló la llameante criatura con su dedo antes de aullar de forma
terrible:
-¡ESTO ES SOLO EL PRINCIPIO!-
Acto seguido, prorrumpió en graves carcajadas que se prolongaron hasta que de
un salto se arrojó sobre los Campos de Seda, reduciéndolos a cenizas en apenas
unos minutos. Satisfecha, la criatura trepó hasta la zona límite que separa la
zona roja de Ciudad Muerta, desde la alta muralla férrea contempló como la
estructura conocida como Complejo Medusa se desplomaba sobre sí misma y ardía
hasta dejar de existir. Con unos cuantos cortes, aniquiló a los Observadores
que podrían molestarle y observó con gran fruición como las llamas brotaban por
la azotea, indicando que todo el edificio era ahora pasto de las llamas
azuladas. Muy lentamente, la BEAE comenzó a derrumbarse, inclinándose primero
hacia la derecha para después hundirse sobre sí misma. La criatura aplaudió
cuando la BEAE se estrelló contra los ardientes Campos de Seda, convirtiendo el
Complejo Medusa en una enorme hoguera que tardaría días en apagarse por
completo. Algo que causaría muchas plegarias de agradecimiento. A pocos minutos
para que comenzara el Pulso, la criatura se alzó satisfecha y antes de
precipitarse al vacío de Ciudad Muerta volvió a mirar con odio La Torre y
repitió:
-ESTO ES SOLO EL PRINCIPIO.-
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