Garganta.

Caminaba yo, cegado por una luz demasiado intensa.
Sin saber que pensar, sin saber que cortar, sin saber que gritar.

Cuando me detuve como siempre en la inmersión periódica.
Concéntrate en la respiración, toma aire, expúlsalo.

Sin prisa, sin pausa, si tu mente se desvía, empieza.
Y como siempre, la luz se manifestó, a pesar de estar todo en negro.

Y el cosquilleo... Oh!, el cosquilleo.
Acompañado de la calma de los mares congelados de un planeta lejano.

Se manifestó en toda su gloria, pura luz en calor ficticio!
Pero si no existe... está ahí, está ahí, dame risa! dame cuerda!.

No necesito mostrar nada, ella saldrá sola...

Y entonces, en medio de la orgía energética...

Todo se redujo a la nada...
Y me dí de bruces contra la garganta.

Y estallé en miles de protestas colectivas.
Mis células, alborotadas, furiosas, airadas.

Todo se reducía a que la luz se había ido.
Y de la nada surgió fugaz un traidor pensamiento que se deshizo al momento.

Y... Tras!!, el cuerpo se convulsionó en un espasmo de protesta y rebelión.
y las lágrimas acudieron a mis ojos, pero no hubo ocasión.

Pues en aquel momento, en la nada...
Mi ser viajaba...

Caminaba por un sendero oscuro. Un sendero verde mortecino.
Quizás se tratase del bosque seco.

Avanzaba sin descanso, con un propósito.
Encontrar la luz, encontrar la salida a aquel laberinto.

Y todo se aceleró, todo se hizo negro...
y me vi de nuevo, aunque distinto.

A mi paso surgían manos de un azul fantasmal.
Manos que se agitaban confusas, que clamaban paz en aquel inmenso erial.

Manipulación
esa es la cuestión.

La oscuridad, junto con la nada, al futuro me acercó... Y de nuevo.
Todo era negro, no había luz alguna, el mundo entero estaba muerto.

Y entonces comprendí...
cual había sido mi error.

Caminar por un camino, sin dar paso al instinto, mediante un ego diluido.
Emparejar las manos a modo de titiritero del destino.
Ofrecer un trato distanciado, un ser alienado y confuso. Un loco amargado...

Y solo en aquel momento... Las lágrimas acudieron.

Y lloré por todos, por mi mismo...
Por el perdón perdido y por la repetición del ciclo.

Lloré por el vicio, por el prejuicio.
Por el bosque seco, por el aviso.

Por toda la gente, que con ánimo se había acercado...
Y que con mis espinas había ensartado.

Sin conceder oportunidad alguna.

La luz entra por arriba, pero abajo reina la sombra.
Bala de plata para el amigo, dame otra ronda.
Apenas puedo mantener el equilibrio, pero otro paso más...
Me acerca a la vida...

Algún día llegaré... Espérame...

Planina.

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