Cuesta abajo... hacia el cielo. 1/4: Cuenco de bienvenida.
Y cerrado en la sala, con el humo a mi espalda y la puerta abierta... espero.
A que algo, lo que sea, rompa el tiempo de nuevo y me lleve a otro mundo.
Donde las hojas de los arboles llueven rojas y en invierno,brotan de nuevo.
Pero no hay nada de eso, solo el humo y el maestro que sigue demandando el verbo.
y yo, en medio del eco de un mundo hecho de humo... paciente, espero...
A que se rompa de nuevo el tiempo... dándole la razón a un ex-loco convencido...
de que la vida no es sueño ni infierno... de que la vida es rocío pasajero...
Y aún así más duradero que los propios cimientos de un tiempo que nunca ha existido...
De un espacio que siempre es relativo a todo lo percibido con el sentido acertado... O no.
Y en medio de tanta espera, el humo, continúa en su loca huida hacia el cielo de invierno...
hacia la lluvia perpetua que rebota contra el techo de pizarra, y en gota, forma río, descendiendo al infinito.
Y solo entonces, cuando el fuego juguetón y travieso ya ha crecido, ya se ha independizado...
Cuando el humo fugitivo ya se ha disipado entre el velo infinito...
Cuando mi culo se asienta en un banco de diseño Gnómico y tamaño absurdo...
Cuando el chisporroteo de las llamas me recuerda lo que es realmente ser humano...
Solo entonces...
Llega el cuenco de los siete metales.
Y el primer sonido se extiende, hacia las paredes de la cabaña...
Hacia las entrañas de la llama, avivándola ante mi atónita vista.
Un sonido incontestable, una vibración que rompe cauces y siega el silencio...
Y es entonces, solo entonces, cuando se rompe el tiempo.
Y el cuenco resuena mientras la llama estalla en euforia.
Y a mi alrededor todo es Om, todo es vibración, no hay base, no hay técnica...
No hay nada que no tengas ya en tu interior, no existe, pero ya está en tu alma...
Y vibra, vibra, vibra, vibra, vibra, vibra...
Incontestable, orgulloso, la voz de la montaña...
Vibra, vibra, vibra,vibra...
El cuenco de bienvenida...
Y en el danza, danza, danza...
El sonido de la vida.
A que algo, lo que sea, rompa el tiempo de nuevo y me lleve a otro mundo.
Donde las hojas de los arboles llueven rojas y en invierno,brotan de nuevo.
Pero no hay nada de eso, solo el humo y el maestro que sigue demandando el verbo.
y yo, en medio del eco de un mundo hecho de humo... paciente, espero...
A que se rompa de nuevo el tiempo... dándole la razón a un ex-loco convencido...
de que la vida no es sueño ni infierno... de que la vida es rocío pasajero...
Y aún así más duradero que los propios cimientos de un tiempo que nunca ha existido...
De un espacio que siempre es relativo a todo lo percibido con el sentido acertado... O no.
Y en medio de tanta espera, el humo, continúa en su loca huida hacia el cielo de invierno...
hacia la lluvia perpetua que rebota contra el techo de pizarra, y en gota, forma río, descendiendo al infinito.
Y solo entonces, cuando el fuego juguetón y travieso ya ha crecido, ya se ha independizado...
Cuando el humo fugitivo ya se ha disipado entre el velo infinito...
Cuando mi culo se asienta en un banco de diseño Gnómico y tamaño absurdo...
Cuando el chisporroteo de las llamas me recuerda lo que es realmente ser humano...
Solo entonces...
Llega el cuenco de los siete metales.
Y el primer sonido se extiende, hacia las paredes de la cabaña...
Hacia las entrañas de la llama, avivándola ante mi atónita vista.
Un sonido incontestable, una vibración que rompe cauces y siega el silencio...
Y es entonces, solo entonces, cuando se rompe el tiempo.
Y el cuenco resuena mientras la llama estalla en euforia.
Y a mi alrededor todo es Om, todo es vibración, no hay base, no hay técnica...
No hay nada que no tengas ya en tu interior, no existe, pero ya está en tu alma...
Y vibra, vibra, vibra, vibra, vibra, vibra...
Incontestable, orgulloso, la voz de la montaña...
Vibra, vibra, vibra,vibra...
El cuenco de bienvenida...
Y en el danza, danza, danza...
El sonido de la vida.
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