Antiguo relato.

Máquinas, máquinas, siempre máquinas. Máquinas de metal que chirrían mientras la vieja fábrica vuelve de nuevo a la vida. Los chirridos metálicos forman una suerte de sonido similar al de una bandada de aves demenciales... me taladra los oídos pero debo continuar...

Demasiado tiempo, pero es así. Las cosas siempre han pasado por algo y ese algo en este caso es un error, un error cometido por mi abuelo, continuado por mi padre y ahora... ahora es mi turno de aportar mi grano de arena al terrible error. Por qué? podría salir corriendo, huir de lo que yo considero como mi destino y perderme en el desierto de polvo, metal y pecados que aguarda ahi afuera... pero sinceramente, estoy cansado. Cansado de luchar y de vagar de un lugar a otro, de tomar distintos caminos y siempre divisar en el horizonte un destello de tono anaranjado... los mares de magma que cubren el mundo... y la culpa es mía. Enteramente mía.

El viento trajo noticias y me moví esperanzado de nuevo hacia la nueva dirección, pero el magma siempre esperaba al final, tragándose la carretera grisacea, devorando la escasa tierra que rodea esta maldita isla segundo a segundo... por lo que al final, el destino es el mismo. Morir, siempre morir y renacer en un ciclo agónico y malsano contra natura... perpetuando el tiempo una y otra vez, los primeros días es soportable, casi interesante ya que todo comienza de nuevo. Es decir, no recuerdo nada, en el bolsillo tengo: Un chicle de menta, 3 canicas, 12 cromos en blanco y 4 cartones de dietilamida de acido lisérgico. 

Por eso es muy fácil aguantar los primeros días. Después es el infierno. Después es la muerte y el ciclo comienza de nuevo.

Siempre sucede lo mismo, siempre comienza con dolor y sangre, con un cuchillo clavado en mis costillas y luego la oscuridad... la oscuridad me atrapa y llama al sueño, oigo la voz de mi padre y despierto.

La oscuridad me rodea, pastosa y pegajosa, pero no solo es oscuridad. Un liquido me envuelve: Algo viscoso, similar a una gelatina semifundida parece envolver mi cabeza... y no siento nada, sin embargo, puedo mover mi cuerpo y tocar algo que parece generar un sonido metálico. Deduzco que es un sueño, pero el tiempo pasa y no parezco despertar, la vida se desliza pero por algún motivo que no comprendo, no tengo sueño, ni hambre, ni sed... y eso me asusta. Es decir: es un sueño, y no despierto, ni siquiera existe sensación vaga y onírica alguna... por lo que me propongo despertar o al menos descubrir que sucede... y la verdad es la muerte. Porque el sueño es mi vida.

Aporreo sin descanso hasta que la puerta metálica cede y soy capaz de avanzar. Me hallo en una suerte de habitación circular sumida en la semipenumbra, a mi alrededor solo veo tubos, tubos de gran tamaño de colores brillantes y formas vagas que flotan en sueros. En sueros de vivos colores que forman viscosas burbujas y entonces pienso: Eh... yo estuve ahi...

Y avanzo siempre de la misma forma mientras asciendo por el gran pasillo. Sumido por completo en la oscuridad pero pudiendo ver a la perfección, extraño, pero por alguna razón no me sorprendo hasta que emerjo por la puerta metálica que, firmemente cerrada, flanquea mi paso. Sin duda ni razón real comienzo a aporrear la puerta, como si mi vida dependiese de los futiles golpes que propinan mis pequeñas manos de 12 años... un momento- pienso- 12 años?!- como es posible?!. Comienzo no solo a aporrear la puerta si no también a lanzar un aullido metálico que reverbera por todo el olvidado recinto. No me paro a pensar ni a descubrir por qué no me canso, ni como es posible que con 12 supuestos años esté causando terribles abolladuras que logran, tras casi 20 minutos de continuo golpeteo... echarla abajo. Y tras eso, cuando veo lo que espera fuera, cuando me golpeo con el muro de realidad mientras conduzco mi bolido de sueños y mi cerebro se colapsa, escucho la voz, la voz mecánica y artificial que dice:

-Operación Nema comenzada, activando protocolo 1.