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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Volver a verte.

Quiero volver a verte Cuando todo esto acabe. Tomar tu mano alegre. Y guardarla dentro de mi pequeño corazón. Una despedida así. No es suficiente. Y quiero volver a verte. Cuando ya le quede poco a mi pequeño corazón. Fue tu último viaje. Con una cara sonriente. Con la que puedo recordarte. Y esa foto la guardo, en mi pequeño corazón. Por favor no me abandones. No dejes de ser mi luz del día. No dejes que pase la noche a mi mente. Y que la sombra se trague la luz de mi interior. Por favor, por favor, destino. Quítanos juntos del camino. Déjanos volar juntos hasta el anochecer. Y luego llévanos de vuelta a las sombras. Por favor, destino. No apartes su luz de mi lado. No la arrojes lejos, al firmamento. Porque no quiero soñarla desde abajo. No es un ángel. Es una estrella. Y quiero irme volando a lo más alto junto a ella. Dejadme hacerlo. Quiero cruzar con su luz hacia el misterio. Ella es parte de mi alma. Yo soy sombra de la suya. Dejadnos vivir el

El Palacio entre la Niebla

Allí lo ven/ En las mañanas más frías del invierno. Una aguja de plateado cristal hendiendo el viento. La cúpula central blanca como el hueso/ Con la cúspide perdida en lo alto del cielo. Quisieron llegar hasta él, los valientes y los locos./ Y algunos volvieron. Desde lo alto nos llegaron, escarchados, sus huesos. Andando por los escalones cenicientos, se llega cerca./ Muy lejos, demasiado alto. Pero los que colocaron las piedras eran sabios./ Y no hay senda que lleve hasta la roja puerta. Donde grabados de aves gigantes y arboles antiguos./ Hablan de muchos pasados. Y dijeron que yo lo vi, aunque os digo que mentían./ Porque nadie ha cruzado esa puerta. Refiriendo historias de que abandoné el camino ceniciento./ A donde solo hay una larga caída. Para llegar hasta sus muros y desvelar el misterio. Nadie lo hizo y yo menos que ninguno./ Y si lo hicieron,  ahora son polvo. Hemos visto, asomando entre las nubes, las torres como agujas./ Y nada más. La cúpula de cristal,